MAdrid - La cantaora Rocío Márquez no sabe si ha sido “valiente” con Firmamento, el disco que presentará el próximo 31 de mayo en el Victoria Eugenia de Donostia. Lo que sí tiene claro es que ha hecho lo que le “nace del alma”, un trabajo donde, sin guitarras y a ritmo de jazz o de folclore popular, denuncia temas como el Polo Químico de la ciudad andaluza donde nació, Huelva.

Y lo ha hecho así porque, después de pasar “mucho miedo” con su anterior trabajo, El Niño (2014), donde se dio cuenta de que iba a perder a ese público purista del jondo que la seguía, ahora quiere compartir su música con gente que tenga los “oídos abiertos”, “flamencos o no” que estén “receptivos”.

“Cuando compongo, ya no me planteo si es flamenco o no. Lo que está claro es que he nacido donde he nacido y tengo la formación que tengo, y eso se nota. No quiero autolimitarme”, confiesa esta artista curtida en festivales y peñas flamencas. En este trabajo ha contado con letras de Christina Rosenvinge, María Salgado y los poemas de Isabel Escudero, además de sus propias composiciones. “En un sistema patriarcal es fácil sentir mucha más conexión con las palabras de mujeres, pero mujeres que piensen de un modo parecido al mío, y es el caso de estas tres mujeres”, confiesa antes de recitar uno de los versos favoritos de Escudero, convertidos en la única seguiriya del disco: “Lo peor de la condena es cogerle gusto a las cadenas”.

Pero además, Márquez denuncia con este disco producido por Raúl Refree asuntos que le “duelen”, como el del Polo Químico de Promoción y Desarrollo de Huelva. Y lo hace, por ejemplo, mediante un fandango de su tierra, el primer palo que cantó. Según recuerda, el flamenco “siempre ha tenido la valentía de condenar”, como hicieron Manuel Gerena o José Meneses. - Efe