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Diez años de camino libre y fecundo

Autogestión, compañerismo y libertad creativa: con esos ingredientes el sello Bidehuts se ha labrado un envidiable catálogo discográfico que surgió para llevar el ‘Do It Yourself’ lo más lejos posible.

Diez años de camino libre y fecundo

Una tertulia de sobremesa. Esa fue la peculiar sala de partos que en 2006 vio nacer al sello musical Bidehuts. Miembros de Lisabö, Inoren Ero Ni, Hotel y Anari llevaban tiempo pensando en producir sus propios discos, y el cierre de Metak, la discográfica en la que editaban sus trabajos, aceleró el proceso. En febrero de 2007, hace justo una década, Bidehuts lanzaba su primera referencia, Ezlekuak, el aplaudido cuarto disco de Lisabö.

Desde entonces sus componentes han transitado por un camino que ha estado de todo menos vacío. Al contrario de lo que sugiere el nombre que adoptaron del álbum de Bap!!, ?bide huts eta etxe huts (1988), la suya ha sido una trayectoria extremadamente fecunda: 14 grupos, 38 discos y un libro conforman el envidiable catálogo de Bidehuts, cuya filosofía descansa sobre tres pilares principales: autogestión, compañerismo y libertad creativa.

Autoproducción “Queríamos llevar el Do It Yourself lo más lejos posible”, recuerda Anari, una de las impulsoras de una iniciativa que nunca ha querido ser una discográfica al uso: “Somos gente de distintos proyectos musicales asociada para autoproducirse y por medio de ese colectivo, crear y gestionar estructuras válidas para todos”. “Somos nosotros, haciendo nuestros propios discos, gestionándolos, grabándolos, difundiéndolos”, insisten en la página web.

En los primeros años vieron la luz los álbumes de Hotel, Gora Japon, Anari, Inoren Ero Ni, Willis Drummond, Audience y Mursego, nombres que dan fe de la diversidad de un sello que utiliza la asamblea como principal forma de organización. “Hay que dejar claro que cada disco de Bidehuts es autoproducido por cada banda o solista. Hay temas que compartimos como la distribución, un local-almacén en Irún o la web, pero por lo demás, cada uno produce su propio disco. Un porcentaje de cada álbum se queda en Bidehuts y mediante ese dinero, pagamos la estructura”, recuerda Anari, que en este tiempo dice haber “perdido grandes guerras contra la industria” aunque también ha salido victoriosa de “alguna pequeña batalla”.

Salvo algún caso aislado, ningún integrante de la asociación vive de la música y su sustento proviene de otros trabajos. Su aportación a Bidehuts es voluntaria y el nivel de implicación suele depender de la disponibilidad de cada cual. Así, Xabier Zabala, bajista de Lisabö desde 2010 y miembro del trío Sacco, ha ido adquiriendo cada vez más compromisos con un proyecto que desde fuera siempre le pareció “interesante” por su “metodología” y por su “desmarque de la tradición de la industria cultural”. “Bidehuts nunca ha pretendido crecer económicamente ni dar el pelotazo fichando a algún grupo. Su mayor valor es haber marcado su propio camino, un camino autónomo, y haber dado más importancia a ser independientes y a mimar la creación que a los aspectos económicos y demás”.

Familia Bidehuts Desde fuera es fácil verles como una familia. Intercambian colaboraciones en los escenarios y en el estudio de grabación, asisten unos a los conciertos de los otros, se prestan ayuda en la producción de sus discos? “Sí que tiene un aire familiar, para lo bueno y para lo malo”, asegura Anari, quien rechaza la imagen de “grupo cerrado” que alguna vez se les ha reprochado. “Si es algo, es limitado. Una veintena de bandas autoproduciéndose juntas me parece una multitud y coordinar eso de manera asamblearia, una locura. De hecho, en algún momento el problema ha sido abrirnos por encima de nuestras posibilidades. Lo interesante sería que hubiera más proyectos de este tipo y coordinarnos entre todos para meter un palo en la rueda de la industria”, asegura la azkoitiarra.

La prueba de que Bidehuts es un ente vivo y abierto son el propio Xabi Zabala o Joseba Irazoki, una de las incorporaciones más recientes. El músico beratarra solicitó entrar en el colectivo en un momento en que empezaba a hacer “música más cañera”; tras publicar en discográficas de calidad pero modestas, aspiraba a llegar a un público mayor. “Conocía el colectivo, me sentía afín a él porque, entre otras cosas, publicaba las cosas que más me gustan de Euskal Herria. Les llamé, me explicaron el funcionamiento y luego la asamblea aceptó mi entrada. Fue todo muy sencillo y sacamos el EP Oso banda (2012)”, rememora el navarro, quien valora positivamente la libertad que Bidehuts da a sus socios de publicar en otras discográficas de manera paralela; sin ir más lejos, Irazoki acaba de lanzar un single de siete pulgadas en Acuarela y planea grabar con otros sellos sus “pedradas instrumentales”, manteniendo Bidehuts como escaparate de sus canciones en euskera.

Coincidencias éticas Respecto al denominador común de los grupos de la casa radicada en Irun, todos niegan que exista un sonido Bidehuts. Quizá haya una “cierta tendencia a hacer algo no convencional”, como apunta Xabi Zabala, o a “probar cosas diferentes”, como sugiere Irazoki, quien añade: “Son bandas que se salen del tiesto de lo que habitualmente ha sido la euskal musika, pero son muy diferentes en cuanto a estilos”. Lo mismo opina Jon Eskisabel, periodista y responsable del portal Badok: “Por suerte, no existe el sonido Bidehuts. Más que en la estética, coinciden en la ética. Han traído la cultura del compañerismo a un mundo con fama de ser muy individualista”.

En el recién inaugurado 2017 aún no han celebrado la primera de sus dos asambleas anuales, por lo que aún desconocen cuáles serán los lanzamientos más inminentes. Sí ha trascendido que Mursego prepara ya su cuarto disco y que tanto Jupiter Jon como Irazoki están perfilando sus nuevas composiciones. Además, el 18 de febrero Bidehuts celebrará sus diez años de singladura con un concierto de Audience en Le Bukowski y la mira puesta en un futuro esperanzador.

Futuro “La gran mayoría de los grupos están muy fuertes a nivel compositivo y cada vez hacen mejor las cosas”, opina Irazoki. “Con humildad, ahora nos toca auto-homenajearnos y estar superorgullosos de nuestro catálogo y de haber funcionado libremente, sin nadie que nos diga lo que tenemos que hacer”, añade Xabi Zabala, para quien “no es ninguna tontería” que una asociación que funciona como Bidehuts cumpla 10 años. Anari protagoniza el bis de este reportaje: “Hablo de mi propia experiencia y de la del sello. Creo que estamos en el futuro que planeamos un día, y no se está mal, la verdad. Seguimos con ganas de hacer música, tocar. Seguimos manteniendo la gran amistad que nos impulsó a crear este proyecto y estamos con ganas de sguir. No estamos mal. Creo que estamos muy bien”.