entre celebrar un macroespectáculo inaugural para 50.000 personas y organizar una clausura para apenas 3.000 debería existir un término medio repleto de grises. Sin embargo, Donostia 2016 despidió ayer su programa cultural con una cita ubicada en las antípodas de aquella delirante ceremonia de Hansel Cereza que hace once meses levantó olas de ira ciudadana. Esta vez no se eligió un puente ni un espacio al aire libre sino un edificio cerrado y laberíntico, el de Tabakalera, que prolongó su horario hasta después de la medianoche. Tampoco se esgrimió la omnipresente coartada de la convivencia ni se forzaron lemas de modo innecesario; solo se programaron una veintena de actividades y se invitó tímidamente a la ciudadanía a participar en una “celebración conjunta”.
¿El resultado? Una fiesta con múltiples atractivos y propuestas de gran calidad que, no obstante, tuvo un perfil discreto si se tiene en cuenta que se trataba de cerrar uno de los acontecimientos culturales supuestamente más revelantes de la historia de la ciudad. Con todo, quienes se acercaron a Tabakalera -no más de 3.000 personas en total, según los datos de aforo facilitados el lunes por la capitalidad- disfrutaron de una oferta variopinta y, sobre todo, de un inmejorable ambiente.
La plaza de la planta baja, donde se instaló un mercado creativo, estuvo a rebosar de gente de todas las edades. Entre los primeros atractivos de la noche destacó el pop con lentejuelas de Lydmor, joven danesa de Aarhus, ciudad que en 2017 compartirá con Pafos (Chipre) el título de capitalidad cultural europea. Se presentó en solitario y alternó momentos enérgicos y bailables con pasajes de hermosa calma e introspección; en cualquier caso, su evocadora voz y los vaporosos sonidos de su cacharrería electrónica llenaron sin problema la sala Patio, el escenario más grande de la fiesta. Simultáneamente el público disfrutó de más ritmos sintéticos con label nórdico gracias a la finlandesa The Hearing, muy similar en concepto y puesta en escena. Fue en la sala Kutxa Kultur Kluba, que antes había acogido el bonito folk del donostiarra Eraul.
En los accesos a Tabakalera, cuyo exterior lucía una iluminación especial azul, hubo exhibiciones de danza contemporánea de Natalia Pieczuro y Amaia Elizaran. El espacio Taba, en la cafetería, estuvo dedicado a la palabra y a la poesía: en primer lugar intervino Peru Saizprez, que ofreció el recital Ni todo lo que brilla es oro ni todo lo que apesta es mierda. “Espero que no vaya con segundas”, bromeó el director general de Donostia 2016, Pablo Berástegui, que hizo las presentaciones. El acto comenzó con retraso porque el irreverente artista había olvidado sus textos en el hotel. Después, en el mismo ruidoso espacio impartió su magisterio el tándem literario-musical compuesto por Bernardo Atxaga y Jabier Muguruza.
Entre otras propuestas, los estudios de la tercera planta albergaron la performance del coreógrafo y artista residente en Tabakalera Ion Munduate, mientras que el artista alemán Jim Avignon se instaló en la sala de cine para ilustrar sonoramente el clásico mudo Berlín: Symphony of a Great City (1927), de Walter Ruttmann.
La rotativa acababa de engullir estas páginas cuando saltaba a escena el donostiarra Rafael Berrio que, acompañado por Elena Setién y Joseba Irazoki, protagonizó Abolir el alma, un espectáculo de rock basado en textos de Cioran con imágenes del artista Detritus. En la cafetería estaba prevista la actuación de Ajo y Judit Farres, mezcla de poesía y performance, y en Kutxa Kultur Kluba iban a tocar las noruegas Smerz. El fin de fiesta fue encargado a Edu Comelles, que realizó una performance en el prisma de Tabakalera, ambientado con sugerentes paisajes sonoros.
balance En las próximas semanas, Donostia 2016 seguirá ofreciendo varias actividades aisladas. Este mismo mediodía se celebrará en la Sala de Cámara del Kursaal el tercer y último acto del programa Sin adiós, un original recuerdo escénico a las víctimas de la violencia, y por la tarde, el auditorio acogerá la representación de Ohiberritze, espectáculo que incluye la ópera de Ramon Lazkano sobre Maurice Ravel.
Por lo demás, mañana a las 11.30 horas la Fundación 2016 ofrecerá un “primer balance” de lo acontecido este año. En el encuentro convocado en el prisma de Tabakalera participarán el director general de la capitalidad, Pablo Berástegui; el responsable del programa cultural, Xabi Paya; el alcalde de Donostia, Eneko Goia; el diputado general, Markel Olano; el viceconsejero de Cultura, Joxean Muñoz; y la subdirectora general de Cooperación Cultural con las Comunidades Autónomas del Ministerio de Cultura, Begoña Cerro.