Donostia - Jonás Trueba presentó ayer la tercera y última película española a concurso, La reconquista, una obra diametralmente opuesta a los thrillers El hombre de las mil caras y Que Dios nos perdone, de sus oponentes Alberto Rodríguez y Rodrigo Sorogoyen. En su cuarto largometraje, el madrileño abunda en su vena intimista pero esta vez se fija especialmente en los rescoldos del amor adolescente. “Hacía años que deseaba filmar la adolescencia pero tenía mis miedos”, confesó en la rueda de prensa.
La reconquista es la historia de Manuela (Itsaso Arana) y Olmo (Francesco Carril), dos jóvenes de 30 años que se reencuentran 15 años después de vivir juntos su primer amor. La cámara les sigue en el presente y es testigo de sus dudas y sus miedos en situaciones que mezclan humor y melancolía, pero también viaja al pasado con un flashback en el que los personajes tienen el rostro de Candela Recio y Pablo Hoyos. Todo ello ilustrado hermosamente con una banda sonora en la que predominan las canciones del donostiarra Rafael Berrio.
no saber Jonás Trueba aseguró que nunca pretende hacer un relato generacional aunque luego hay mucha gente que le da gracias porque se identifica con su cine. También negó que su obra esté saturada de tipos cultos que a él, le parecen “personajes normales”. “Solo han leído algunos libros y han visto algunas películas como yo, que no me considero culto ni intelectual”, aseguró antes de relatar una anécdota acontecida en el Festival de Málaga cuando presentó Los exiliados románticos: “Alguien destacó que los personajes estaban en una cena y hablaban de un libro, como si fuera un hecho escandaloso. Luego ves que en casi toda las películas alguien saca una pistola, mata a ocho personas y a todo el mundo le parece normal”. En una Sección Oficial copada por historias brutales y violentas, el director reivindicó que “el cine no tiene por qué ser desmesurado”. “Parece que tiene que haber una gran explosión, muchas muertes, un monstruo inmenso o todos tienen que follar desmesuradamente”, lamentó Trueba, que opta por hacer cine “en un término civilizado y mesurado”.
En su debut en el Zinemaldia, el director y guionista también destacó que para filmar algo “genuino” es necesario rodearse de gente “genuina”, rasgo que comparte su equipo técnico y artístico. “Quizá es pretencioso decirlo así, pero lo que quieres no es que tu película se parezca a la vida, sino que sea un pedazo de vida”, aseguró, empresa en la que resulta clave el trabajo de los actores. “Lo que más me gusta es rodearme de intérpretes que tienen capacidad de escribir con sus caras y ver sus rostros trabajando. Cualquiera no lo puede hacer y hay que tener un cuidado extremo, pero es bonito rodar sin saber exactamente qué está pensando el personaje, ver que les pasan cosas por la cabeza, seguramente muy contradictorias y ambiguas”, añadió antes de mostrarse satisfecho con los “equilibrios de tensión” del filme.
A su juicio, los actores son “más interesantes que los personajes”, pues “son ellos quienes construyen las escenas” que en La reconquista están distribuidas en bloques grandes que dejan explayarse a los intérpretes e incluso les permite equivocarse y aportar un plus: “Hay muchas imprecisiones que forman parte de lo que ocurre en la película y de un cierto no saber”.
Precisamente, Itsaso Arana comentó que “Jonás trabaja mucho desde el no saber” y, por eso, durante el rodaje tuvo serias dudas sobre las motivaciones de su personaje: “Hay un temblor que se respira en la película”. Por su parte, Francesco Carril y Aura Garrido -su novia en la ficción- aludieron a los silencios de La reconquista, que “están siempre en la vida y forman parte de nuestra comunicación, igual que las palabras”.
Los afectos puros Preguntado por sus referentes, un joven periodista le mentó, entre otros, a Nanni Moretti, Hong Sang-Soo y Eric Rohmer, a lo que Jonás Trueba replicó que él nunca sugiere a su equipo proceder como lo haría tal o cual cineasta. “Uno no va al rodaje a hacer la película con sus referentes, sino a que la película suceda”, aseveró el realizador, que citó a su colega Andrés Duque, que sostiene que “lo que hacemos no es dirigir, sino canalizar afectos”. “Así entiendo yo mi oficio y he trabajado desde los afectos puros y reales de la gente con la que he rodado y no desde los referentes”, subrayó.
Finalmente, el autor de Todas las canciones hablan de mí (2010) y Los ilusos (2013) apuntó que ha hecho La reconquista “pensando en un espectador que tiene que vivir una experiencia cinematográfica intensa”. “Como cineastas, nuestra obligación es crear experiencias bellas e intensas”, concluyó.