ainara Ortega nació entre músicos -su padre y su madre lo son-, de modo que la melodía y el ritmo han sido para ella “el pan nuestro de cada día”. Tanto es así que “de cría pensaba que todos los niños tenían padres músicos”. “Imagínate: lo raro en mí era que fueran banqueros, camioneros y dentistas”, asegura entre risas. De pequeña vibraba viendo al aita con la txaranga Incansables, pero algo sucedió en la adolescencia que la hizo volverse “loca” con el jazz y la música afroamericana. Entre sus cantantes de cabecera figuraban Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald, Whitney Houston, Mariah Carey o Linda Ronstand.
A los 18 años obtuvo el título de profesora de violín y subió por primera vez a un escenario. “Fue en la capilla de la Milagrosa de Hernani, donde acompañada por Gorka Legarreta a la guitarra canté bossa novas de Antonio Carlos Jobim y Horace Silver, entre otros”, recuerda Ortega, que no tardó en sumarse como cantante al grupo de dixieland Mac Jeara’s Band.
Ingresó en la primera promoción de Musikene, el Conservatorio Superior de Música del País Vasco, y fue la primera mujer en licenciarse como vocalista de jazz. Sus años de estudio en el Palacio Miramar fueron como cuando los niños van a un parque temático -“Me volví loca de emoción, ilusión y entrega: encontré mi lugar en la música, en el jazz”-. Allí conoció a profesores como el pianista Iñaki Salvador (piano) y alumnos como Hasier Oleaga (batería) y Javier Mayor (contrabajo), con quienes después ha trabajado de manera asidua.
Con ese trío, precisamente, ha grabado su primer álbum de debut, Scat (2015), apoyada por Mikel Andueza (saxo alto y soprano) y Baptiste Techer (trombón y voz). “Todos esos músicos son mi otra familia, formamos una pandilla de locos y nos reímos tanto que se nos olvida para qué habíamos quedado. También me acompañan cuando lloro”, asegura la cantante donostiarra, que el miércoles día 9 a las 20.00 horas presentará con ellos en el Victoria Eugenia Scat, su primer álbum como líder.
‘SCAT’ El título es toda una declaración de intenciones. Alude a esa técnica de improvisación vocal propia de los cantantes de jazz -una de sus máximas autoridades fue Ella Fitzgerald- y que Ainara utiliza magistralmente en buena parte de los once cortes del disco. “Mi voz es el instrumento que tengo para improvisar y me siento libre para jugar con ella, pasando por los acordes o pasando de ellos. El juego de buscar fonemas para cada frase musical me resulta apasionante e infinito”, subraya.
Asegura que ha perseguido el “sueño” de grabar bajo su propio nombre durante años y que no ha sentido vértigo porque ha estado muy bien “escoltada musicalmente”. Además, le han brotado varios yoes en este disco que recoge los estilos con los que más disfruta y en el que suenan cuatro idiomas: euskera, castellano, inglés y portugués. “Dicen que todos tenemos una maravillosa neurótica en nuestro interior: una encantadora cínica, una incontrolable sensiblera, una poeta azul? Las mías han venido todas a reunirse en este disco. Mil veces gracias a la música por reconciliarlas, yo solo he cantado”, sostiene.
Ortega aborda diferentes palos y sale airosa de todos. Por ejemplo, se acerca a estándares del jazz como All The Things You Are o clásicos del bebop como Donna Lee, de Miles Davis y Charlie Paker, y ‘Round Midnihgt, de Thelonious Monk. “Son un guiño y una reverencia a algunas de las leyendas del jazz, aunque faltarían Duke Ellington, George Gershwin, Jermo Kern o Count Basie”, matiza. Chega de Saudade y Vida de bailarina reflejan su querencia por la bossa nova brasileña, un estilo que se le resistía en sus primeros años en Musikene: “Me puse en serio con ello y me enamoré por segunda vez, para mí es como viajar a un país que no conozco”.
En los tres temas que firma como compositora se aleja del jazz y se escora más a la canción de autor. Ese acercamiento se lo debe a Iñaki Salvador, con quien cantó durante seis años en el proyecto Te doy una canción, que reinterpretaba en clave de jazz clásicos de Serrat, Pablo Milanés y Benito Lertxundi, entre otros. “Siempre agradeceré a Iñaki que me mostrara, sin empeño ninguno, la profundidad musical, literaria o social de la canción de autor”, añade Ainara, que en Izarren hautsarik balitza homenajea a desaparecidos cantautores vascos como Mikel Laboa y Xabier Lete, y en Señor Ménière conoce a Endolinfa incluye un texto en clave para músicos con alguna dolencia auditiva.
En esta última composición y en Con la música no se juega -humorística versión de un nocturno de Chopin con un hilarante diálogo entre profesora y alumna- es en las que más claro queda el sentido lúdico de su propuesta. “Mi hermana y yo siempre hemos jugado mucho con el aita. Si con la música no nos divertimos, ¿con qué oficio lo haremos entonces?”, se pregunta Ortega, que en Zure tristura ha invitado a cantar a Amaia Zubiria -“una de las voces más bonitas y personales de la música vasca”- y en Location of Dreams interpreta una partitura de Pascal Gaigne, uno de los autores que ha sido “clave para entender la magia musical de nuestros cantautores vascos más importantes”. “Siempre miro, observo, escucho con atención y me gusta recordar el trabajo de todos ellos a la sombra del artista”, añade.
Ella misma se ha encargado de los arreglos del disco y cuando su interlocutor se muestra sorprendido por ello, responde con un “gracias” aunque le gustaría “que no fuera algo tan sorprendente”. “He estudiado dos carreras de música y tengo herramientas suficientes para hacerlo, sería imperdonable desaprovechar el dinero invertido en esos estudios”, bromea la vocalista, que aspira a labrarse una carrera como líder de una banda.
Aunque a priori cabe pensar que una cantante de jazz lo puede tener más difícil que una de pop o de rock, a ella no le preocupa. “Pudiendo hacer música normal, ¿a quién se le ocurre cantar una música tan de minorías y minorizada?”, ironiza para concluir, ya en serio: “No creo que el arte se trate de cantar o crear lo que esperan de ti, sino de dar vida a algo que ni tú misma entiendes qué es”.
1. ‘All The Things You Are’. “Intrincada y ligera: los mandamientos del bebop”.
2. ‘Izarren hautsarik balitza’. “Mi guiño a los cantautores vascos que, tras su marcha, nos han dejado tan solos, tan saciados y tan agradecidos.
3. ‘Chega de Saudade. “Agridulce, cantar a la tristeza con alegría, magistral desde cualquier punto de vista”.
4. ‘Señor Ménière conoce a Endolinfa’. “La historia de amor entre una caballero y una señorita de otro siglo y de un mundo para lelo y para lela”.
5. ‘Location of Dreams’. “Un pequeño vals que recuerda a, pero no duda de”.
6. ‘Donna Lee’. “Doble salto mortal y tirabuzón con pirueta de semicorcheas: mucha risa de lo rápido que vamos”.
7. ‘Zure tristura’. “Si no es porque la tengo que cantar lloro siempre”.
8. ‘Vida de bailarina’. “La vida real de una mujer artista cuando se cierra el telón”.
9. ‘Con la música no se juega’. “Como cuando una niña o niño saca la lengua antes o después de una travesura”.
10. ‘Round Midnight’. “Un paseo por Mahattan a la luz de la luna y todas sus miserias iluminaditas”.
11. ‘Scat. “Un pequeño recorrido por standars que cronológicamente me han traido hasta Scat”.