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El poder de su voz

‘él me llamó malala’ / Retrato íntimo de la joven activista a favor de la educación de las mujeres EL DIRECTOR DAVIS GUGGENHEIM CUENTA LA HISTORIA DE MALALA YOUSAFZAI, QUE CONTINÚA CON SU COMPROMISO SOCIAL TRAS HABER SUFRIDO UN ATENTADO TALIBÁN

El poder de su voz

Ziauddin Yousafzai llamó a su hija Malala por Malala de Maiwand, una poetisa y heroína afgana de origen pastún que, cuando los pastunes luchaban contra los colonialistas británicos en 1880, murió en el campo de batalla socorriendo y alentando a sus compatriotas. Yousafzai, fundador de una escuela para mujeres en una zona de Pakistán dominada por los talibanes, deseaba que su hija también tuviera una identidad, una vida y un papel en la sociedad.

Esa esperanza se ha cumplido, ya que Malala, otra joven pastún (en este caso pakistaní), se ha convertido en un referente mundial en la lucha por la educación femenina. En 2009, siendo todavía una niña, Malala empezó a escribir de forma anónima un blog para la BBC en el que expresaba su opinión sobre la educación y documentaba la vida en Swat Valley, desde que los talibanes habían prohibido la música y la televisión, impedido que las mujeres salieran de su hogar para comprar e impuesto severas restricciones a la escolarización de las niñas. El blog llegó a su término, pero Malala siguió manifestándose en la prensa internacional y recibió el Premio Nacional de la Paz para los jóvenes de Pakistán.

El 9 de octubre de 2012, con solo 15 años, Malala y dos amigas suyas fueron tiroteadas por un grupo de talibanes cuando viajaban en el autobús escolar. Una bala le causó serios daños en la cabeza (un nervio seccionado, los huesos del oído destrozados...), pero no logró acabar con su compromiso. Mientras continuaba con su recuperación en Gran Bretaña, seguía con su campaña; cofundó con su padre la Fundación Malala, que aboga por la educación de las niñas en todo el mundo; escribió el libro I am Malala, junto a Christina Lamb; pronunció un emocionante discurso ante las Naciones Unidas, y empezó a viajar por el mundo defendiendo los derechos de los niños. En 2014, se convirtió en la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz.

La película documental Él me llamó Malala es un retrato de esa joven extraordinaria, valiente y compasiva, a la vez que una chica normal que busca divertirse con sus amigas. El rodaje duró 18 meses, que el oscarizado director David Guggenheim (Una verdad incómoda, Esperando a Superman, From the sky down) pasó junto a la familia Yousfzai en Reino Unido y viajando por Nigeria, Kenia, Abu Dhabi y Jordania. Así, descubrió que la determinación de Malala tiene su origen en sus padres, que han cultivado en ella el poder que todos tenemos de alzar la voz. El filme mezcla las entrevistas con imágenes de Pakistán y una animación que aporta recuerdos de la infancia de Malala. Pero sobre todo se centra en el presente, en la Malala actual: una activista que lucha por conferir poder a las niñas a través de la educación, y una joven que se enfrenta a cuestiones como los chicos, los deberes, las relaciones familiares, etc. Asimismo, la película realiza un retrato del núcleo familiar, una familia musulmana que ha convertido su religión y el pashtunwali (código de honor pastún) en un motor de generosidad, honestidad y afecto.