Un ‘puente’ hacia el soul de los años 60
El joven artista Leon Bridges debuta con un disco titulado ‘Coming home’, heredero del legado del mítico Sam Cooke
veinteañero, de Texas y de color. Se llama Leon Bridges y aunque de joven estudió danza, hoy pasa por ser una de las grandes esperanzas vocales de la música soul del siglo XXI. Tras los pasos de Eli Paperboy Red, Jesse Dee y hasta Amy Winehouse, Bridges acaba de debutar con un disco colosal, Coming home (Columbia. Sony), fiel al sonido y hasta la imagen de la época dorada del soul, cuando Sam Cooke era una estrella. “Empecé a componer sin saber nada de la vieja música soul. Me preguntaban tanto sobre Cooke y Otis que comencé a indagar en ella”, reconoce el chaval.
Bridges tiene solo 25 años y una voz deliciosa, dulce y llena de matices. Y sabe componer también, como demuestra su debut, que llega tras el lanzamiento de varios singles en 2014 y actuaciones intimistas en pequeños locales de Estados Unidos y Gran Bretaña que han ido modulando la carrera -sin horizonte comercial ni físico- de este vocalista nacido en Forth Worth, en Texas, un estadio bastante conservador y no muy dado a devaneos con la música negra.
Aunque su voz parezca confirmar lo contrario, Bridges no siempre ha tenido claro cual sería su camino artístico. “Cuando era niño, me fascinaba el r&b moderno. En el instituto intentaba cantar canciones de Ginuwine y Usher y pensé que, bueno, quizás yo no tenía el registro adecuado para su música”, ha explicado. ¡Menos mal! Su enorme talento se habría visto minimizado con ese r&b edulcorado de artistas negros que copa las listas de éxito internacionales desde hace años.
Y por si fuera poco con las dudas sobre su estilo musical, el físico ágil y ligero de Leon también le hacía albergar esperanzas sobre sus posibilidades en el mundo de la danza. De hecho, llegó a estudiar en el Tarrant County College en Fort Worth. “He bailado hip-hop desde que tengo 11 años. Sabía del programa de danza que había allí y comencé a profundizar en el ballet, el jazz, la técnica moderna y aprendí coreografía. Pensé que eso era a lo que quería dedicarme”, ha recordado. ¡Menos mal, de nuevo!
Finalmente, se impuso la lógica y el chaval, que ahora vende en escasos minutos las entradas para sus conciertos en lugares tan emblemáticos como el Troubadour en Los Angeles o Mercury Lounge de Nueva York, recondujo su carrera hacia el soul más clásico y emotivo, que ahora podemos disfrutar en Coming home, su debut discográfico. El álbum es un clásico desde su portada icónica -remite en estética y colores a Twistin the night away, de Sam Cooke- y su sonido, grabado con los instrumentos y los métodos en estudio de finales de los años 60 y la ayuda de Austin Jenkins y su compañero de banda Joshua Block, del grupo White Denim.
“Cuando escribí Lisa Sawyer no sabía nada sobre la vieja música soul. Me preguntaron si Cooke es uno de los músicos que me habían inspirado y tuve que decir que no, porque la única canción de él que conocía era A change is gonna come, de la película Malcolm X, que había visto con mi padre. Y tanto me preguntaban sobre Cooke y Otis Redding que comencé a indagar en la música soul de los 50 y 60. Descubrí que allí está la raíz de lo que yo hago”, ha reconocido el cantante.
Leon, que actuará en Madrid y Barcelona en septiembre, calca el sonido y hasta la estética -sus elegantes trajes, pantalones y chaquetas- de los cantantes de soul míticos. Luego está su voz, un torrente de emoción que prefiere acariciar -sin exceso de melaza- antes que romperse efectista o mostrar una potencia gratuita. Y al final, sus canciones. Ahí está la clave de su éxito, magníficos temas de tres minutos, sensuales y emotivos. Pura dinamita.
balada acústica El álbum se inicia con esa declaración de amor, a ritmo de medio tiempo y suave coro, que da título a su debut, en la que canta “chica, chica, regreso a casa, a tu dulce amor, tú eres la única mujer para mí? quiero estar siempre a tu lado”. Y ya no para de convencerte hasta el final con la balada acústica River. En el camino hay de todo, desde el ritmo bailable, con el apoyo de metales y coros, de Better man -“no deseo mucho, solo ser un hombre mejor para mi chica/nadaré por el río Mississippi si me das otra oportunidad”- al baladón Lisa Sawyer, que dedica a la dura vida de su madre y que tiene un componente social y de clase que podría firmar el Marvin Gay de What’s going on.
Bridges se luce también con el ritmo entrecortado de la dulce Brown skin girl, que aporta ecos de Stand by me, el fraseo de saxo de Smooth sailin’ o la escalofriante Shine, con coro y espíritu gospel, y un gran barrido de Hammond. “Señor, no recuerdes mis pecados, pecados de juventud”, canta Leon, que se da una fiesta soul con Flowers y su duelo de guitarras, teclados y metales sobre una batería que invita al baile. Pull away podría cantarla el más edulcorado Cooke y el chaval adorna la acústica Twistin’ & groovin con aires de country, blues y reggae en un debut verdaderamente arrebatador.
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