dOnostia - Un día antes de inaugurar la 49ª edición del Jazzaldia, el británico Ray Davies convocó por sorpresa a la prensa en el hotel Costa Vasca, a donde llegó el lunes procedente de Murcia. El antiguo líder de The Kinks, 70 años, saldrá hoy al Escenario Verde de la Zurriola hacia las 21.30 horas, y según prometió ayer, ofrecerá un repertorio repleto de éxitos de su célebre banda mezclados con alguna muestra de material nuevo.
Buena parte de su encuentro con los periodistas estuvo centrado, lógicamente, en el eventual regreso de los Kinks justo 50 años después de su fundación. “¿Sería como ‘El retorno de Frankenstein’? ¿’La venganza de Drácula’? ¿O como los Monty Python, que también han vuelto?”, bromeó Davies, para quien una reunión del grupo “es siempre una posibilidad si hay buena música por hacer”. Fallecido el bajista Pete Quaife, los otros miembros fundadores del grupo disuelto en 1996 son el batería Mick Avory y el guitarrista Dave Davies, pero según advirtió su hermano Ray, jamás regresarán “por dinero” -aunque a él se lo hayan ofrecido- “ni para tocar solo viejos hits”. “Todavía hay muchas canciones de los Kinks sin públicar, lo fundamental es que haya algo creativo, tener algo nuevo que decir y, sobre todo, pasarlo bien. Si no, no merece la pena”, dijo sin cerrar la puerta a una reunión pero sin confirmarla del todo.
No le cansa recuperar clásicos como You Really Got Me o Sunny Afternoon porque toca con nuevos músicos y porque el público al que se enfrenta también es nuevo: “Las canciones evolucionan y los espectadores pueden descubrir el origen de bandas que admiran, como Oasis o Blur”.
Preguntado por qué lugar cree que ocupa su grupo en la Santísima Trinidad de la invasión británica de los 60 -The Beatles, The Rolling Stones y The Kinks-, Davies respondió con ambigüedad pero reivindicando un puesto que la historia les ha negado: “Ninguno y el número 1. Éramos unos outsiders”. De los viejos tiempos echa de menos la velocidad -“the speed”, dijo en inglés, “pero no la droga”, aclaró entre risas-, aquella época en la que en un año grababan dos discos, cuatro EP y giraban por todo el mundo. “A mi hermano le gustaba colgarse de las lámparas y romper cosas, y a mí un manager me amenazó con lanzarme por el balcón si no dejaba el alcohol”, reconoció, interrogado por los excesos de su grupo, que siempre consiguió escapar de las cámaras.
De todo ello hablará en un disco titulado Americana, que prevé lanzar a finales de 2015 y que forma parte de un libro homónimo ya publicado. Incluirá canciones inéditas que abordan, por ejemplo, los años en los que The Kinks fueron prohibidos en EEUU: entre 1965 y 1969, las autoridades del país les prohibieron actuar allí por un supuesto incidente en la frontera. “Cuando regresamos, fue casi como volver a empezar”, aseguró Davies, que también abundará en el incidente que sufrió hace diez años en Nueva Orleans, donde un ladrón al que perseguía por haber atracado a una mujer le disparó en una pierna.
Entretanto, este músico que se autodefine como “un mod en espíritu” y no en cuerpo -“ya no me veo conduciendo una Lambretta”- imparte cursos de composición en una escuela británica. Aunque “no se puede enseñar a escribir”, él actua como un “estricto” entenador de aspirantes jóvenes; a algunos les augura un gran futuro en el mundo del pop, ese género con “gran capacidad para conectar a la gente”. “Es estimulante ver a esos chicos. Let’s rock and roll”, se despidió... Hasta esta noche en Gros.