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"La figura de Albert Le Lay transmite valores que hoy en día hemos perdido"

El realizador navarro presenta en Zabaltegi 'El rey de Canfranc', un documental codirigido junto a Manuel Priede que narra la historia de Albert Le Lay, quien, como jefe de la aduana francesa en Canfranc durante la ocupación nazi, salvó a muchas personas de una muerte segura

"La figura de Albert Le Lay transmite valores que hoy en día hemos perdido"Foto: N.g.

DONOSTIA.A Blanco y a su equipo siempre les fascinó Canfranc y su estación de tren "inmensa, abandonada, custodiada por las montañas". Dada su dilatada experiencia en el campo audiovisual, pensaron en hacer un trabajo relacionado con Canfranc. Y no tenían claro el enfoque hasta que en el año 2000 se descubrieron "los famosos papeles del oro nazi y apareció un nombre".

Albert Le Lay.

Supimos que era el jefe de la aduana francesa y empezamos a investigar. Yo me puse en contacto directo con su hija Jeannine, que al principio quería salvaguardar la historia de su padre, que nunca quiso contar lo sucedido en Canfranc.

¿Cómo le convencieron?

Jeannine me puso en contacto con su hijo, Víctor Fairén, catedrático de la UNED en Madrid, que fue el que se abrió y empezó a contarme todo. De hecho, a raíz de eso hemos entablado amistad. Él habló con su madre y con su tía Ivette, que ya accedieron a que las entrevistásemos y a contarnos detalles emocionantes.

El personaje es fascinante...

Sí, sí, la figura de Albert Le Lay nos transmite valores que a día de hoy hemos perdido, como la humanidad, la humildad, la discreción, la serenidad, la sangre fría... Yo estaría satisfecho si al espectador le tocamos un poco el corazón y le transmitimos esos valores.

¿Cómo hablar de un héroe que nunca quiso ser considerado tal?

Fue una persona extraordinaria. Era un amante de su país, Francia, y no soportó que fuera invadido por Alemania. Por ello hizo todo lo que estuvo en sus manos para luchar contra eso, hasta el punto de que arriesgó su propia vida y la de su familia para salvar a Francia del nazismo. Estuvo en la cuerda floja continuamente; de hecho, al final tuvo que huir porque lo identificaron. No todo el mundo puede vivir tres años sintiendo diariamente el aliento de la Gestapo tras su nuca. No podía dar un paso en falso, porque lo podían deportar o fusilar ahí mismo.

¿Hasta qué punto es importante recordar hoy a estos personajes y apostar por la memoria histórica?

Es importantísimo. Hay personas de esta pasta que se dedicaron a este tipo de hazañas. Además, aparte de tener esa humanidad y de ayudar a personas que huían del nazismo, Albert también fundó y dirigió la primera escuela francesa de Canfranc. Hizo una serie de labores que le convierten casi en un ideal.

¿Por qué optaron por narrar su historia a través de una voz en off que encarna a Albert?

Disponíamos de materiales del archivo de TVE y del INA (Instituto Nacional Audiovisual), con imágenes que muy pocas veces se han visto en pantalla. Pero nos dimos cuenta de que, como es un rompecabezas de muchas piezas, el espectador podía llegar a perderse. Por eso decidimos crear el hilo conductor con la espléndida voz del doblador Claudio Rodríguez, que ayuda a contar mejor toda la historia.

¿Y las recreaciones de algunos momentos con actores?

Quieren cumplir dos objetivos. Por un lado, ayudar a que el espectador se introduzca mejor en las distintas situaciones, que se las imagine y se sienta dentro de ellas. Son pequeñas pinceladas, pero suficientes para contribuir a ese efecto. Por otro lado, también nos parecían un recurso original.

La estación y el entorno también tienen su protagonismo en la película.

Es que esta historia lo tiene todo. Tenemos al personaje en sí, Albert Le Lay, que nos transmite valores importantísimos, y a la vez lo situamos en un marco incomparable, como es la estación de Canfranc. El escenario es el valle, con esas montañas imponentes, con una estación que en su día fue la segunda más importante de Europa. Lo tenemos todo, sí. La puesta en escena es impecable.