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Neil Young, joven por siempre

El canadiense edita con Crazy Horse 'Psychedelic pill', su segundo disco en 2012

Neil Young, joven por siempre

Donostia. Neil Young, forever young. El juego de palabras responde a la filosofía de este canadiense que, aludiendo a uno de sus últimos temas, camina como un gigante hacia los 70 años sin hincar la rodilla. Aunque mirando, eso sí, hacia el pasado, como confirma su nostálgico Psychedelic pill (Warner), el segundo y doble disco que acaba de publicar en este año, nuevamente con su legendarios Crazy Horse, y que alude al paso del tiempo, la esperanza y, también, a los fracasos, en algunas de las canciones más extensas de su carrera. Su biografía escrita, Waging heavy peace, en la que Neil Young tuvo que mirar hacia atrás, ha marcado los pasos musicales del canadiense este año.

Tras Americana, el primer CD de 2012 junto a sus Crazy Horse, en el que revisionaba clásicos de la música estadounidense, llega ahora Psychedelic pill, su 35º trabajo de estudio, un disco doble -triple en formato vinilo- que ofrece únicamente nueve composiciones y tiene una duración de casi hora y media, ya que incluye varias composiciones de duración más que extensa. "Imagina la primera vez que tuviste sexo. Es imposible que vuelva a ser igual, pero ha sido espectacular. Muy salvaje y hermoso", aseguró a la revista Rolling Stone el guitarrista Poncho Sanpedro sobre la reunión este 2012 de Young y el viejo trío, que completan el batería Ralph Molina y el bajista Billy Galbot.

Grupo y líder no se veían las caras en un estudio de grabación desde Greendale, álbum conceptual editado en 2003. Psychedelic pill, primer álbum de estudio doble de Young, surgió de las jam sessions que originó Americana y que cristalizaron en varios de los temas más extensos en duración de su carrera, como el que abre el álbum, un Driftin' back que supera los 27 minutos de duración, y la canción titular, de 20. El doble CD ronda la hora y media y ofrece temas expansivos sobre la edad, la resistencia, el hacerse viejo pero mantener "el fuego" y la esperanza, y de la madurez para reconocer que los sueños de juventud no se han materializado aún.

Musicalmente, Young firma un disco de rock, de sonido similar a Broken arrow, en el que se declara "pagano", ironiza sobre los MP3 y "los peinados hip hop", y usa a veces la psicodelia, entendida como exploración y búsqueda, como un mero recurso para ofrecer todo un catálogo del rock "caballo loco", aunque en ocasiones se muestre folk, acústico y con las armonías dulces de Crosby, Still, Nash & Young, hasta que el grupo enchufa las guitarras. Entonces, con Crazy Horse y la guitarra de Young citándose y retorciéndose, llegan los expansivos Driftin' back y Psychedelic pill, con sus saltos de sonido de un canal a otro y el verso "la edad no tiene nada que ver con pasárselo bien". También hay espacio para el nostálgico country rock de Born in Ontorio; el folk eléctrico de Twisted road, con claro homenaje a Dylan y Gratefuld Dead; el riff limpio y coros evocadores de She's always dancing; y la dulce balada For the love of a man.

Rayaría el delito no destacar los dos mejores temas de Young de los últimos años. Son Ramada Inn, 17 minutos de riff glorioso y versos sobre la amistad y el amor, y la postrera Walk like a giant, más de 16 minutos de guitarras desbocadas, silbidos, estribillo acertado, violento "puente" instrumental y guiño a Like a hurricane con los versos "algunos de mis amigos y yo intentamos cambiar el mundo, hacerlo mejor… cambió el clima". En ellas se acerca a la grandeza de Zuma y a momentos de Ragged glory como Over and over o Mansion on the hill.