Marathon man

E N Marathon Man (1976), título que figura entre lo mejor de su filmografía, Hoffman pasaba media película corriendo los tropecientos mil metros lisos para escapar de un sádico torturador nazi. La imagen de un hombre trotando a grandes zancadas bien podría ser la metáfora de la vida y obra de un corredor de fondo que lleva 45 años subiéndose a los más importantes podios de la actuación. Con 75 agostos recién cumplidos, Dustin Hoffman es el más incuestionable de los cinco premios Donostia de esta edición, un intérprete con un sinfín de personajes enclavados en la memoria colectiva.

Destacan, por supuesto, los papeles que le brindaron los dos Oscar que tiene hasta la fecha, el exmarido de Kramer contra Kramer (1976) y el autista de Rain Man (1988), pero también sus interpretaciones en El graduado (1967), en la que fue seducido por Mrs. Robinson (Anne Bancroft), y en Cowboy de medianoche (1969), en la que compartió condición de buscavidas junto a John Voight. Convertido en ídolo generacional, cabalgó entre indios y vaqueros en la epopeya Pequeño gran hombre (1970), vivió una violenta metamorfosis de la mano de Sam Peckinpah en Perros de paja (1971) y acompañó a Steve McQueen en el drama carcelario Papillon (1973), rodado en parte en Hondarribia.

Camaleónico y metódico -no en vano, se formó en el conocido Actor's Studio-, también se ha transformado en personajes reales como el controvertido humorista Lenny (1974) o uno de los periodistas que destapó el caso Watergate en Todos los hombres del presidente (1976). Se vistió de mujer en Tootsie (1982), fue gangster en Billy Bathgate (1991), abogado en Sleepers (1991) y Capitán Garfio en Hook (1991). Una de sus mejores interpretaciones recientes es la del productor de La cortina de humo (1997), a la que ya en el siglo XXI le han seguido títulos no tan destacados.

Y lejos de arrojar la toalla, ahora prueba suerte en otra disciplina, la dirección cinematográfica. Dustin Hoffman, uno de los grandes, no parece dispuesto a detener su brillante carrera de fondo.