Compartir el arte de la vida
edu lópez y ana román, que viven juntos desde hace más de 20 años, exponen en altxerri su primera muestra conjunta
'UNAcasa de solo 14 millones de dólares' no es solo uno de los cuadros de la muestra conjunta yes... forever, que estos días se puede ver en Altxerri. Es también la obra que simboliza la exposición de Ana Román (Bilbao, 1962) y Edu López (Donostia, 1965). Pintado por este último, muestra el interior de un piso diseñado por el arquitecto Saarinen que se vendió por esa cifra. En ella aparecen Tintín sujetando un muñeco, varias obras del propio pintor en la pared de la casa y una obra de la artista bilbaina, una de las cajas de luz que se pueden contemplar en la pared de esta galería donostiarra.
Pero Edu López y Ana Román no comparten solo un cuadro. "Nosotros, además de ser artistas, compartimos estudio y vida desde hace más de 20 años. No obstante, nuestra obra tiene mucha personalidad, cada uno va por separado".
Tan separadas están las creaciones de esta pareja, que ocupan dos salas distintas y diferenciadas. Al entrar a la galería, las cajas de luz de la artista bilbaina se exponen en la oscuridad, sin ninguna otra iluminación que el colorido que emana de las entrañas de estos lienzos del siglo XXI. Son piezas con la cubierta de metacrilato y un bastidor metalizado, todo negro salvo el dibujo de la pantalla, de colores anaranjados, verdes y azules.
Estas cajas representan, siguiendo la tradición artística de Román, elementos gráficos muy lineales. Sin embargo, en este proyecto, el color juega un papel esencial. "Yo andaba a vueltas con la luz, quería que mis obras se iluminaran como lo hacían dentro de mí", explica la artista.
El nacimiento de estas cajas se remonta a dos años atrás, cuando le concedieron unas ayudas del Gobierno Vasco destinadas a la creación. Primero trabajaba el dibujo a mano y luego lo llevaba al ordenador para tratarlo de forma digital. Tras este proceso, tenía que mandar la construcción de las cajas y determinar el color de las tintas de la pantalla. "Fue un proceso lento y muy controlado", relata Román.
Las cajas no son las únicas piezas que muestra la artista, sino que en la misma sala en la que expone su pareja, con una iluminación que contrasta con el anterior espacio, ella ha colgado dos cuadros. Son las dos caras de una misma moneda: el plano de un jardín, en uno, y los elementos de este parque (los árboles, el mobiliario, las plantas...) en el otro.
Las otras pinturas de la sala son las de López. Los acrílicos de este pintor muestran una línea clara, un cloissoné de temática pop, con especial interés por la arquitectura, aunque en el fondo mantenga su "raíz dadaísta" , define el pintor.
El interior de Saarinen comparte pared con el perfil de Chicago, la Bauhaus de Gropius (que sirve de escala humana dentro del cuadro) se codea con la Ville Savoia de Le Corbusier; un museo tomado de la utópica Ciudad Moderna del arquitecto francés Robert Mallet-Stevens que López ha colocado en Donostia y el Club Náutico de la capital guipuzcoana son las referencias del artista a su ciudad. Estos iconos racionalistas se combinan con viñetas de Tintín, el monte Fuji y, varias piezas de 20x20 que tienen de protagonista a jóvenes mujeres, como homenaje a los 20 años que este artista lleva pintando este tipo de lienzos.
prácticas distintas
Un trabajo cómodo
Los dos artistas comparten la vida y el estudio y, en esta ocasión, la galería. Sin embargo, están lejos de crear de la misma manera o de copiarse el estilo. "Yo tengo una forma de obrar completamente diferente de ella", afirma López. "Yo pinto en horizontal y soy muy desordenado; ella trabaja como en un laboratorio, es más ordenada, usa plantillas y diseña en vertical", explica el pintor.
Aunque a primera vista sus creaciones no se parezcan y exista esta diferencia de método, comparten un poso común, "sobre todo unas raíces de estímulo, que son las vanguardias", indica López.
"Nos conocemos muy bien", explica Román, y trabajar juntos "es muy cómodo, pero también tenemos la gracia de poder sorprendernos, que eso es muy difícil".
Entre ellos se aconsejan algunos detalles, aunque suelen ser aspectos más de cara a las exposiciones que a la elaboración de las obras. "Edu me influye mucho, pero yo tengo muy claras mis cosas", asegura la artista. Por su parte, López reconoce que en sus cuadros hay muchos elementos sacados de su mujer. La línea clara es un ejemplo. Pero "muchos detalles son entre nosotros y si no lo cuentas la gente ni se entera", confiesa.
Unos zapatos en la esquina de un cuadro o un muñeco a brazos de Tintín son algunos de estos guiños. El cuadro Una casa de sólo 14 millones de dólares, de López, es una simbiosis de ambos creadores. Un cuadro que representa una exposición, la obra de dos artistas en una. Pero también algo más. Una relación, una vida compartida.