El pie de atleta es una infección producida por unos hongos que se instalan entre los dedos, la planta o los bordes del pie. Su curación es sencilla pero es importantísima la prevención, ya que pueden volver a aparecer LA TIÑA DEL PIE
TEXTO MARYA LARUMBE
Por alguna razón nos insistían en el colegio o la ikastola que utilizáramos chancletas para ducharnos en los baños comunes después de la clase de gimnasia. Allí nos esperaban los temidos hongos dermatofitos, cuyo principal alimento es la queratina, y que se podían convertir en unos incómodos compañeros de viaje. Afectan principalmente a los pliegues que hay entre los dedos, en la planta y los bordes del pie.
El pie de atleta o tiña pedal se presenta como una descamación de la piel, que se va resecando y enrojeciendo hasta provocar grietas y heridas sangrantes. Ese nombre tan deportivo que tiene lo recibe por lo común que es esta enfermedad entre los deportistas, al contagiarse los hongos en las duchas de los vestuarios. Este hongo prospera en zonas cálidas y húmedas. Otra de las causas comunes por las que se coge esta infección es el uso de calzado cerrado, sobre todo si es recubierto con plástico. Tener los pies húmedos durante períodos prolongados favorece el contagio. También, las personas que transpiran mucho tienen más papeletas de sufrir este mal.
Es importante tener cuidado con contraer, y no cuidar, una lesión menor en las uñas o en la piel porque estos hongos suelen aprovechar la situación e instalarse. La tiña del pie es sumamente contagiosa y se puede transmitir tanto por contacto directo como por contacto con artículos como zapatos, calcetines y superficies de piscinas o duchas, donde los hongos sobreviven durante meses. Asimismo, en muchas ocasiones, de los pies el contagio suele traspasarse a otras zonas del cuerpo como la espalda o las manos a través de toallas, ropa contaminada o sábanas.
Los síntomas más comunes del pie de atleta son la piel agrietada, en escamas y que se desprende entre los dedos de los pies o en los lados del pie. Es muy típico también el enrojecimiento de la piel y la sensación de picor o escozor, e incluso en algunos casos extremos, las ampollas que supuran o forman costra.
Remedios médicos y caseros Las cremas o polvos antimicóticos (contra este hongo) suelen ayudar a controlar la infección. Generalmente contienen clotrimazol, miconazol o tolnaftato. Como es una infección de fácil reaparición, los médicos recomiendan utilizar el tratamiento durante una o dos semanas después de que la infección haya desaparecido con el fin de evitar que vuelva a aparecer.
Y si te gusta más optar por opciones naturales, el pie de atleta también tiene solución. Además de las curas más ortodoxas, propias de la medicina, en la cultura popular podemos encontrar remedios caseros para curar cualquier tipo de enfermedad. Pensemos por ejemplo en la pasta de dientes para calmar y curar quemaduras. En este sentido, existe una amplia galería de remedios caseros como untar el pie en aloe vera varias veces al día. El vinagre, al igual que la orina, con un gran poder cauterizador, son grandes enemigos de estas infecciones y ayudan a su desaparición. El hongo está acostumbrado a vivir en un sitio oscuro y, sobre todo, húmedo. Para evitar que habite en nuestros pies, disminuir la sudoración es imprescindible. ¿Cómo hacerlo? Los baños de sal y agua tibia son buenos aliados.
Prevenir es curar De todas maneras, y continuando con lo popular, dicen que "es mejor prevenir que lamentar" o, en este caso, tener que curar más tarde, porque, como ya sabemos, una vez que se te instalan los hongos en los pies, es muy recurrente que reaparezcan. Para evitarlo, no hay más que seguir unas mínimas recomendaciones de higiene que empiezan por cambiar cada día de zapatos y de calcetines. También es importante mantenerlos frescos y secos por lo que la limpieza de los pies tiene que ser muy exhaustiva. Es especialmente importante secar cuidadosamente, sobre todo, entre los dedos para que no quede humedad. Si los pies continúan sudando, tanto en los pies como en los zapatos, rociarlos con polvos talco, con el objeto de secarlos.
En algunas ocasiones, el cambiar habitualmente de calzado no es suficiente. Los calcetines de fibras naturales, como los de algodón, ayudan a que los pies respiren. Ahora sí, al lavar los calcetines se aconseja usar agua muy caliente y enjuagar perfectamente, porque el residuo del detergente puede agravar el problema que ya hay en el pie.
Como podemos apreciar, la protección de los pies es imprescindible. El uso de sandalias en lugares públicos como duchas o piscinas es clave para no encontrarnos de repente con estos molestos inquilinos. Tampoco hay que usar zapatos mojados, hay que secarlos bien antes de usar y, si es posible, secarlos al sol. Ahora es algo prácticamente impensable con el frío que hace pero en la medida de lo posible es recomendable mantener el pie descubierto y en reposo, por ejemplo, en casa. En caso de que hayas cogido la infección, tan pronto como haya cedido la fase más aguda del ataque, hay que retirar la piel muerta ya que esta puede alojar hongos vivos que te pueden reinfectar. ¿Cómo hacerlo? Cepillando, en el propio baño, los pies y las zonas infectadas con un cepillo de cerdas. Toma nota de estos consejos y esquivarás la aparición del pie de atleta, una infección molesta que es muy fácil de evitar.
El pie de atleta es muy contagioso y se puede transmitir tanto por contacto directo o en superficies como en piscinas y duchas donde los hongos sobreviven durante meses
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El 30,8% de las consultas al dermatólogo por hongos son por tiña podal.
Según el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, las micosis o infecciones por hongos son la causa del 10,4% de las consultas al dermatólogo, de las que el 30,8% son por pie de atleta.