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Cartón piedra 'Arriya-la piedra'

España, 2011. Dirección y guión. Alberto J. Gorritiberea. Producción. José María Lara (Alokatu). Intérpretes. Iban Garate, Sara Casasnovas, Begoña Maestre, Ramón Agirre, Iñake Irastorza, Kandido Uranga, Joseba Apaolaza. Música. Bingen Mendizábal. Fotografía. Gaizka Bougeaud. Duración. 101 minutos.

SOBRE el papel del guión, que todo lo aguanta, Arriya debía sumergir al espectador en un universo de enfrentamientos familiares, triángulos amorosos y apuestas con animales que arrastran pesados cantos rodados en un anónimo y alegórico pueblo vasco. Todo iba a estar impregnado de una evocadora poesía que, sin embargo, ha terminado convertida en prosa farragosa al trasladarse a la gran pantalla. Alberto J. Gorritiberea ha tropezado, y no con una, sino con varias piedras que lastran un filme tristemente fallido.

Hay un guión trufado de tópicos, confusamente trenzado y con torpes elipsis que obstruyen la arrítmica acción. Ese reloj que avanza hacia atrás en el tiempo quizá esconda una metáfora que justifique las incongruencias de una trama de vocación atemporal. El problema es que las imágenes pretendidamente simbólicas son a menudo incomprensibles. ¿Qué sentido tiene, realismo mágico al margen, que en una narración lineal aparezca un autobús de última generación y en la siguiente secuencia la Guardia Civil luzca capa y tricornio como en los años 40?

Existe una mezcla y un uso forzado del euskera, el español y el francés, el montaje es obtuso en ocasiones y hay secuencias que rozan el ridículo -la de la plaza de toros, el suicidio, la salida del calabozo- cuando no chapotean directamente en él. Abundan los diálogos sonrojantes en boca de actores habitualmente solventes que en este trabajo caminan erráticos a través de personajes desdibujados y sin vida. Cuando el filme se acerca al desenlace, el disparate ha alcanzado tales cotas que lo de menos es si la apuesta la gana la mula o el caballo, si el viejo molino vuelve a funcionar o si la txapela roja ha realizado un viaje de varias décadas por el río de la memoria de los protagonistas. Todo en Arriya resulta artificial y parece construido con materiales de cartón piedra. Solo cabe desear mejor fortuna a Gorritiberea en su próxima aventura.