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El primer pintor expresionista abstracto del País Vasco

'Reflexiones en un jardín imaginado'

Lugar. Sala de exposiciones del centro cultural Koldo Mitxelena. Fecha. Hasta el 24 de septiembre. Autor. José Antonio Sistiaga, pintor, dibujante y cineasta (Donostia, 1932). Comisario. Jean-Michel Bouhours, conservador (Colecciones Modernas) en el Museo Nacional de Arte Moderno, Centre Pompidou, de Paris y especialista en cine experimental. Obras en exposición. 107 en total: 6 películas, 17 pinturas sobre lienzo, 8 pinturas sobre cartón y 76 pinturas sobre papel.

DE la mano de Jean Michel Bouhors, conservador del Centro Pompidou de París, el Koldo Mitxelena de Donostia presenta la antológica Reflexiones en un jardín imaginado del pintor José Antonio Sistiaga (Donostia, 1932), miembro del grupo Gaur, pintor, dibujante y cineasta.

La exposición se componen de 100 obras, en las que puede seguirse su evolución y etapas desde el año 1956 con Paisaje vizcaino y Jardín des Tuilleries, de influencia Kandinskyana, hasta la totalidad de su obra que se ha movido más en el campo de la abstracción gestual, de sintaxis Hartungniana, con aditamentos posteriores de Pollock, Klein y otros autores. La muestra se abre con la proyección de Han sobre el sol (1992), tintas sobre triacetatos y los dos paisajes ya citados.

Vienen a continuación varias series magníficas, para nosotros lo mejor de la muestra, Acción serena (1962), Tensión (87), Calma (79-80), Caída (87), adscritas a la caligrafía china y a la mejor abstracción gestual francesa y del País Vasco, realizadas con delicadas tintas de morados y colores varios, que denotan el juego con la luz, el color y el movimiento, que comienza a desarrollar la obra de este artista. En la pintura de acción y gestual el primero es Sistiaga. Sistiaga (1967), Ráfaga (1970), Plissement (2000), son obras musicales y refinadas, que se mueven también en esta onda, de juego con el espacio vacío, y variaciones gestuales líricas del mejor Sistiaga.

Más barrocas y recargadas, con acentos pollockianos nos resultan Homenaje a Ravel (1990-97), Zirrara (1998), y En el Jardín (98). La proyección de su cinta Ere erara baleibu, sigue sorprendiéndonos por su belleza salvaje y africana. Otro tanto sucede con En un jardín imaginado (1990-91), y no tanto con un Paisaje inquietante.

Celosía (1965) y En el agua (65), aunque a tinta, siguen jugando con los fotogramas cinematográficos y la seriación. Y sigue su proceso gestual con obras como En el monte (81), Acción dinámica (81), Retrato (60), obra más figurativa; Sinuoso (73) y Homenaje a mi padre (73), versión de la intolerancia y el fanatismo y obra poderosa y trágica en torno a la playa de Ondarreta. Destaca un óleo primerizo del 56 De la tierra, por sus potentes figuras y movimiento, propiedad de la Diputación de Gipuzkoa.

No nos satisfacen tampoco, por su excesivo barroquismo, la serie dedicada a las Cuatro Estaciones (2000 y 2002), y sí sus ceras sobre Desnudos (71) por su insinuante erotismo, y todas sus series gestuales elaboradas entre el 58 y el 61: Acción, Vuelo, En el espacio, Enredo, Giros, Flores, Cumbres y Sombras. Son excelentes, tanto en su ejecución, como en su concepto oriental, realizados a la manera de los haikus japoneses. Cosmos-Océano (2001) es una serie hermosa y pletórica, que se completa con el filme Impresiones en la alta montaña que se proyecta en la sala adyacente.

La exposición es realmente excelente, enjundiosa y contundente, y presenta la obra del primer pintor expresionista abstracto del País Vasco, acompañada de folletos, catálogos y libros sobre su pintura, dibujo y cine. Todo un acierto.