Donostia. 1971 es un número-refugio, una "fecha segura" para Rafa Berrio (Donostia, 1964), que no oculta su disgusto con el presente y su nostalgia hacia el pasado. Pero el título de su último disco no solo remite a su infancia sino también a la conexión con los cantantes de los 70. Y el disco, leal a su encabezamiento, posee hechuras de clásico.
Es "solemne", "lapidario" y habla de "las cosas que importan", nada "frívolo" o "trivial", dice su autor. "Cuando lo escucho, se me corta la respiración", apostilla un amigo del músico. "Sabemos que el arte raramente inventa y que a menudo consiste en contar lo que todos conocemos de sobra pero con la hondura y nitidez que nos falta. Aún sabiéndolo, es hermoso asistir al momento, ver como el milagro se encarna en un disco aparentemente simple que vale por la carrera de muchos novelistas", remata el poeta y crítico musical Luis Boullosa.
Los tres hablan del nuevo disco de Berrio, que ha germinado en los cinco años que lo separan del anterior, Harresilanda. Las diez canciones del álbum se apartan de los standards del rock para aproximarse al mundo acústico, e incluso al sinfónico. Una de ellas, Simulacro, llevaba días asomándose a los blogs con comentarios elogiosos. Con unos arreglos orquestales "imponentes" dirigidos por Joserra Senperena, el registro íntimo de la voz de Berrio y unas letras inspiradísimas, 1971 bebe del existencialismo francés -lo que él llama la French connection- al que añade "gotas de humor y descreimiento". La esencia del álbum puede explicarse también con el otro título posible, descartado con "mucha pena", que se toma prestado de un verso de uno de los temas: Golpes de fortuna y tiros de gracia.
El proceso Para componer 1971, Berrio escribió primero las letras, anotándolas en un cuaderno. Después se encerró en un caserío de Santa Engracia, en Iparralde, y "al revés de lo que suele suceder", compuso las melodías a partir de las letras. El día de Nochevieja de 2009 entregó la maqueta a Joserra Senperena, "uno de los mejores músicos en muchos kilómetros a la redonda, un pura sangre". "Yo no me considero músico, y sabía que necesitaba a alguien como él para sacar adelante este disco, que se me antojaba más ambicioso", confesó.
Se grabó en el estudio de José María Porrillo, en la calle Génova, "a cinco portales" de la sede del PP, en lo que supone el primer abandono "temporal" de su productor de siempre, Iñaki de Lucas. En el disco ha colaborado también dos fitipaldis, Carlos Raya, "uno de los mejores guitarristas de España", y Daniel Griffin (aunque en el disco haya pocas percusiones y no demasiada guitarra).
Lo que explica el paso a una experiencia casi de música cámara es su admiración por Juan Carlos Calderón, arreglista de temas como Volverás de Sergio y Estibaliz, las canciones de Cecilia, del primer Serrat o de los inicios de Julio Iglesias. "Eran canciones cursis y las letras no valen nada, pero los arreglos son extraordinarios", subrayó Berrio. "Le dije a Senperena que quería los mismos arreglos que Calderón. Deseaba hacer canciones románticas, como las que yo he compuesto para otros artistas, como las de Camilo Sesto, aunque yo no llego ni de coña a Camilo Sesto".
Contracorriente ¿Cómo se desenvolverá este proyecto en directo? Habrá ocasión de comprobarlo el martes 16 en la sala club del Victoria Eugenia, donde, en compañía del pianista José Luis Lanzagorta y el violinista Imanol Solares, repasará durante aproximadamente una hora su último disco y solo un tema de los anteriores, Algo delicado y difícil, aunque para las citas que se organizarán a partir de enero le gustaría preparar e incluir temas escogidos de toda su discografía.
Entre descripciones de su álbum, se cuelan sus perlas de librepensador, ajenas a cualquier norma del mercadeo musical. Es el único compositor del mundo que dice cuál es su canción favorita, sin que se lo pregunten (la décima, Oh, la verdad desnuda) y de los pocos que no sucumbe a una declaración rutinaria sobre la situación de la industria discográfica. "A mí el entorno me da igual, yo escribo canciones, sólo preciso papel, lápiz y soledad. Qué más me da si va bien o va mal, de eso que se ocupe la compañía de discos".