donostia. El director del Festival de Cine de San Sebastián, Mikel Olaciregui (Pasaia, 1956), vivirá este año su última edición al frente del certamen donostiarra, cuyo actual modelo no cree que resista un nuevo recorte presupuestario tras la "cirugía" a la que se le ha sometido por la crisis. Olaciregui, en una entrevista con la agencia Efe, explica que la financiación del certamen se ha reducido un 15% -casi un millón de euros- desde 2007. Un descenso añadido del 5% colocaría a su estructura en una situación "crítica" y, "a partir de ahí, habría que tomar medidas más profundas", opina el responsable del Zinemaldia.

"Tendrían que empezarse a tocar cosas que hasta ahora no se han tocado. Se ha cortado todo lo que no tenía que ver con el hecho cinematográfico, como las fiestas, se ha reducido un día el festival, se ha suprimido una retrospectiva. Si a esto unes un recorte sustancial, habría que adoptar medidas no sólo de formato y programación, también de personal", precisa.

Este mensaje se lo transmitió hace un tiempo a los representantes del Ministerio de Cultura, el Gobierno Vasco, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia, las cuatro instituciones públicas que aportan fondos al Festival -este año 3,85 millones de los aproximadamente 6,6 del presupuesto- y piensa que "lo han entendido".

Pero no son los problemas económicos los que le han hecho tomar la decisión de dejar el cargo, al que accedió en 2001, sino el convencimiento de que debía cerrar una etapa tras 18 años vinculado al certamen con diferentes responsabilidades.

discreto y eficaz Tampoco han sido los ajustes presupuestarios su batalla más difícil en estas casi dos décadas. Recuerda muy especialmente su primer año como director, cuando los atentados del 11-S "arruinaron, entre comillas", los planes de la 49ª edición, a la que cancelaron su asistencia Warren Beatty y Julie Andrews, que iban a recoger los premios Donostia, así como Glenn Close, Barbara Hershey y Mira Sorvino, entre otros.

Olaciregui se lleva una considerable colección de buenos recuerdos como cinéfilo que es, pero ni fotografías ni autógrafos porque, además de no ser demasiado mitómano, opina que en su puesto hay que mantener "la máxima" de no pedir fotos ni firmas a un cineasta "por mucho que lo admires".

No se atreve a calificar su gestión, pero recurre a dos adjetivos que le ha otorgado un periodista y que le gustan, discreto y eficaz, el primero porque ha procurado "estar siempre en un segundo plano". Y eficaz porque "va muy unido" a su "formación-deformación profesional". "Esa visión de la economía, de la logística, de hacer del Festival una estructura eficiente y eficaz a lo largo de estos 18 años sí ha sido casi una obsesión", destaca.