Los algoritmos de las plataformas también te castigan por no ver una serie a tiempo
¿Alguna vez te ha castigado un algoritmo por no ver una serie a tiempo? Las plataformas de streaming tienen prisa, y tú… solo querías disfrutar. La batalla entre maratones, recomendaciones que desaparecen y decisiones invisibles está servida. ¿Quién manda en el mando? Spoiler: no eres tú
He hecho el experimento de dejar de ver series durante una semana. ¿Resultado? Las plataformas de streaming me castigaron. De repente, las recomendaciones cambiaron, las series que seguía desaparecieron de los destacados y empecé a sentir que el algoritmo me estaba dando la espalda. ¿En qué momento dejamos que unas fórmulas matemáticas decidieran por nosotros lo que merece la pena ver?
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Estas plataformas saben más de nosotros que nuestro cuñado en Nochebuena. Qué ves, cuándo lo ves, si pausas mucho, si haces maratones, si ves una serie entera del tirón o la abandonas tras el segundo capítulo. Y en base a todo eso, te premian o te ignoran. Pero el mayor problema no es ese, sino que esas mismas métricas deciden si una serie vive o muere. Si no arrasa en las dos primeras semanas, está sentenciada. Da igual que sea brillante o que el público simplemente no haya tenido tiempo de descubrirla.
Plataformas
Vivimos en casas con varias plataformas: Netflix, Prime Video, HBO Max, Disney+, Filmin… ¿Y pretenden que dejemos de ver una serie de otra plataforma porque justo han estrenado la suya? Como si uno pudiera traicionar a su serie de los domingos por una novedad de jueves. El algoritmo no tiene en cuenta que a veces solo puedes ver un episodio el fin de semana, o que prefieres esperar a que estén todos los capítulos disponibles para verla a tu ritmo, sin el estrés de la emisión semanal.
Antes, alquilábamos VHS un viernes y nos duraban hasta el lunes. Sabíamos saborear una historia. Ahora, si no haces un atracón de ocho episodios en 48 horas, el sistema te considera un usuario de segunda.
¿Libertad?
Nos venden libertad de elección, pero en realidad, si no estás al día, te quedas fuera de la conversación. Y encima, la serie que ibas a ver desaparece porque “no funcionó”.
Tal vez haya llegado el momento de rebelarnos, de ver los capítulos cuando nos dé la gana, de terminar lo que estamos viendo antes de empezar lo nuevo. De recordar que el espectador debería tener el control, no el algoritmo. Que no somos datos, somos personas. Y que nuestras historias no se miden en clics, sino en emociones.