Los Mundiales en la capital de Ruanda han deparado un nuevo duelo para el futuro del ciclismo, el de Evenepoel y Pogacar. La rivalidad que existía entre ellos, el esloveno siempre consideraba al belga como un adversario peligroso, se ha disparado tras lo sucedido en las carreteras de Kigali. La primera parte del enfrentamiento tuvo lugar en la contrarreloj, en la que un soberbio Evenepoel se llevó la medalla de oro y nos brindó una de las imágenes más espectaculares e increíbles de los últimos años en el ciclismo; el belga dobló a Pogacar en la crono de 40,6 km, le recortó los dos minutos y medio de diferencia con los que el esloveno había salido, rebasándole a 2 km de meta, en el muro de Kimihurura, una cuesta adoquinada de 1,5 km, con una pendiente del 6,5%, que remataba un trazado muy duro. Esa imagen de Evenepoel doblando a Pogacar recordaba a Indurain en una de las más celebres contrarrelojes de la historia, la de Luxemburgo en el Tour de 1992, en la que dobló a Fignon, y humilló a rivales como Bugno, Lemond o Zulle.
Huella
Esa humillación dejó huella en Pogacar, que expresó, de forma elegante pero clara, que deseaba venganza en la prueba en línea. Y aquí vino la segunda parte del duelo. Que efectivamente sucedió. Venció Pogacar como el año pasado, atacando a 100 km de meta, en el monte Kigali, la más exigente subida del Mundial, con 6 km de ascensión, 7% de pendiente media, pero con tramos del 20%. Un ataque a una distancia similar a la de su victoria de 2024 en Zurich, y con parecidas circunstancias, acompañado por corredores de otras selecciones pero de su mismo equipo, el UAE. Lo que hace planear la duda de si hubo algún acuerdo secreto entre miembros del equipo con independencia de sus estrategias como selección. En Zurich fue Sivakov, que rodó escapado con Pogacar, trabajó a destajo, algo difícil de entender, hasta que se descolgó. Y ayer Del Toro y Ayuso, escapados junto a él, también colaborando para mantener la fuga, hasta que el esloveno se quedó solo.
Infortunio
Evenepoel fue víctima del infortunio, un bache hizo que se soltara su sillín poco antes del ataque de Pogacar, y, según confesó, no pudo seguirlo porque estaba acalambrado al pedalear con el sillín a otra altura. Y después tuvo que cambiar dos veces de bici, perdiendo más de un minuto, porque la de repuesto tampoco tenía el sillín en su inclinación correcta. Pero, cuando parecía que tenía todo perdido, resurgió con la gran clase que tiene, dio un ejemplo de resiliencia impagable, volvió a la cabeza, descolgó al resto y fue segundo en meta. Vimos dos carreras, la de Pogacar en cabeza, y la paralela de Evenepoel detrás, y ambas monumentales. La demostración del belga fue tal que estableció una sombra, una duda, sobre el triunfo de Pogacar, con la especulación de qué hubiera sucedido con un Evenepoel sin ningún accidente mecánico. La prueba de esta analogía de los dos campeones es que si uno consulta en Internet sobre el Mundial, aparece tanta o más información sobre la gesta del belga que sobre el triunfo de Pogacar.
Ese duelo continuará esta semana en los Campeonatos de Europa, en Francia, sobre otro circuito duro, en el que ambos se han retado. Seguirá en el Giro de Lombardía, al que Evenepoel le tiene ganas, tras su segundo puesto del año pasado, y, sobre todo, porque allí tuvo el grave accidente en el que se partió el pubis. Y lo veremos el año que viene. No olvidemos que Pogacar es dos años mayor que el belga, y que este año ha dado alguna muestra de agotamiento mental, en el Tour, en la contrarreloj de este Mundial, e incluso en la prueba de ruta a pesar de su rutilante éxito. Y el belga tiene las ganas de victoria que parece que se van gastando en el esloveno. Quizá los organizadores de Giro o Tour, visto lo sucedido en la contrarreloj de este Mundial, y con su actitud a favor del espectáculo, se animen a volver a incluir cronos largas, como las hubo antaño, para aprovechar y equilibrar el duelo entre ambos.
Ciclismo en África
El ciclismo en África no es algo absolutamente nuevo, la presencia de competiciones ciclistas tuvo un cierto esplendor en ese continente en los años 50, cuando se disputaban carreras a las que acudían las estrellas europeas. Una carrera en el Alto Volta, actual Burkina Faso, tuvo una dramática influencia en la historia del ciclismo, porque, como consecuencia de su participación, murió el gran Fausto Coppi. El fatal desenlace se debió a un error médico en Italia, tras el regreso a su patria. Se confundió la malaria, adquirida en aquel país por la picadura de un mosquito, con una gripe. El francés Geminiani, que corrió la prueba, también contrajo la malaria, pero le fue detectada rápido, tratado con quinina, y se curó. La familia de Geminiani llamó a la de Coppi para avisarle de que el mal de Coppi no era una gripe, pero ya era tarde para el italiano. Los tiempos han cambiado, pero esa enfermedad aún no tiene las garantías completas de una curación. Esperemos que ninguno de los ciclistas que han competido en Ruanda la hayan contraído.