El caos remata la Vuelta de VingegaardEfe
La maldición de los grandes campeones subyace en que cualquier resultado que no implique una victoria se entiende como una derrota o un fracaso.
Un concepto tramposo pero que gana realce a medida que la polarización galopa sobre una visión dicotómica de la vida. Una reducción hacia el absurdo que alimenta los tiempos convulsos.
La lógica diabólica y perversa impide relajarse a los campeones, siempre cuestionados. Vencer otra vez es el único antídoto para combatirla. Un campeón, en realidad, solo puede repetirse para descansar.
Condenados por su propios éxitos, presos de sus conquistas, no hay paz para los ganadores. Siempre perdedores si no ganan.
La Vuelta no llega a Madrid
En ese escenario, en el que solo la victoria podría reconfortarle, tampoco pudo disfrutar Jonas Vingegaard, que encontró la gloria en una Vuelta extraña, errática, de escaso vuelo y mediatizada de punta a punta por las protestas en favor de Palestina y en contra del genocidio que comete Israel en Gaza.
Esa realidad ese relato, el de la lucha, se impuso en el cierre de Madrid. Las miles de personas que se manifestaron en la capital del Estado impidieron que la Vuelta festejara su última etapa.
Una mayoría con banderas de Palestina, irrumpió en el circuito por donde debía pasar el pelotón.
Antes del inicio de la etapa, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, se fotografió con los ciclistas del Israel para mostrarles su apoyo.
Conviene recordar, que el equipo está promovido por Sylvan Adams, amigo íntimo del primer ministro Benjamin Netanyahu y reconocido sionista.
La formación es un escaparate para el blanqueamiento de Israel. Una formación creada con un fin propagandístico.
Frente a la inflamable situación que se creó en Madrid y para evitar males mayores, a falta de 56 kilómetros, ante las inquietantes noticias que llegaban desde el foco de la tensión, concluyó la carrera en los jardines del Palacio Real.
Los ciclistas echaron pie a tierra y tras escuchar a la organización, los comisarios de la UCI y a los responsables del dispositivo policial, regresaron a los coches y los vehículos de equipo para dar por finalizada la pesadilla de la Vuelta.
De ese modo finalizó la carrera, con las protestas tomando las calles de Madrid después de varios altercados y graves disturbios entre manifestantes, incontenibles, y los numerosos efectivos policiales.
Ardía Madrid de tensión, irrespirable el ambiente. Hubo cargas, botes de humo, vallas volcadas y lanzamientos de piedras en una batalla campal, después serenada hasta que buena parte de la clase política se enzarzó disparando discursos para alimentar a sus trincheras.
Almeida, segundo, Vingegaard, campeón, y Pidcock, tercero, el podio.
Lejos de ese pandemónium, el danés celebró en la intimidad, entre la incredulidad y en silencio, alejado de los focos, su primera Vuelta. Joao Almeida, segundo, y Tom Pidcock, tercero le acompañaron en el podio imaginario.
Parada la carrera, Vingegaard llamó a su mujer, Trine, para decirle que había ganado. Es su ritual. Después se refugió en el coche de equipo.
Conviene tasar en su justa medida el triunfo de Vingegaard, un ciclista excepcional, solo sometido por Pogacar en la Francia ciclista.
Campeón del Tour en 2022 y 2023, plata en 2021, 2024 y 2025, Vingegaard, que sufrió una gravísima caída en la Itzulia del pasado curso, se sitúa como uno de los mejores vueltómanos de esta era. Con esas credenciales, asomó el danés en la carrera con la única opción de coronarse rey. Se esperaba que su reinado fuera por aplastamiento.
Rey absolutista. No alcanzó ese estatus Vingegaard, resfriado en la segunda semana de competición. Sin la plenitud física, la Vuelta alcanzó cierto punto de emoción por la solidez de Joao Almeida, en su mejor curso de siempre.
El luso se aproximó al danés, menos pudiente que de costumbre, con el fatigoso Tour a cuestas y problemas respiratorios.
Vuelta a España
General final
1. Jonas Vingegaard (Visma) 72h53:57
2. Joao Almeida (UAE) a 1:16
3. Tom Pidcock (Q 36.5) a 3:11
4. Jai Hindley (Red Bull) a 3:22
5. Matthew Riccitello (IPT) a 5:55
6. Giulio Pellizzari (Red Bull) a 7:23
7. Sepp Kuss (Visma) a 7:45
8. Felix Gall (Decathlon) a 7:50
27. Mikel Landa (Soudal) a 1h18:26
50. Markel Beloki (Education First) a 2h21:45
Regularidad
1. Mads Pedersen (Lidl)
Montaña
1. Jay Vine (UAE)
Mejor joven
1. Matthew Riccitello (IPT)
Mejor equipo
1. UAE
A pesar de ello, el nivel de Vingegaard, su línea base es tan alta, que le alcanzó para abrochar la carrera con tres victorias de etapa. Fue el mejor en Limone-Piemonte, Valdezcaray y la Bola del Mundo.
Ese tríptico de sonrisas resumen la Vuelta victoriosa del danés en tercera participación en la carrera. En el arranque en Italia, Vingegaard se vistió de rojo. Se mostró ambicioso y señaló el rumbo que deseaba en la carrera. Después, alquiló el liderato al mejor postor. Træen, para evitar tajo a su formación, el Visma.
Mirada a largo plazo
El danés miraba al largo plazo, lejos del exhibicionismo que le demandaba la cuneta, amante de los fuegos artificiales. Tachó Pal y Cerler sin mostrarse, pero con la sensación de que tenía la carrera bajo control. En la lado opuesto, el UAE, que partió con la idea de desenfocar al danés entre Almeida y Ayuso, ardía entre pasiones e intrigas palaciegas. Vine y Ayuso sumaban victorias.
El alicantino, empero, iniciaba el proceso del divorcio con su equipo en plena Vuelta, con actuaciones dudosas. Capaz de encaramarse a la gloria y apagarse a su gusto.
El comportamiento caprichoso de Ayuso era la nota discordante en el UAE, que glotón, se dio un festín de triunfos. Almeida trataba de mantener el decoro, testigo de la fractura de una formación que sumaba victorias parciales, pero que no lograba encapsular a Vingegaard, que no se distraía.
Su capacidad competitiva se expuso en el remate de Valdezcaray, telón del primer bloque de la Vuelta. En la cima riojana, una ascensión cómoda, lejos de las cuestas de cabras que enamoran a la organización, disparó su candidatura.
Sobre los hombros de Jorgenson, el danés tomó impulso y se encumbró. Almeida persiguió con devoción al danés, pero no pudo acercarse. Una cuña de más de 20 segundos les separó.
Con el portugués viajó Pidcock, podio al final. En Valdezcaray se anticipó la orla definitiva de Madrid.
Se encauzó la Vuelta hacia la segunda semana con jornadas que albergaban cierto optimismo en un recorrido que apenas ofreció alternativas tácticas, obsesionado con jornadas de unipuertos a modo de cierre. Se posó la carrera sobre Euskal Herria.
En Larra-Belagua, Vine celebró su segunda victoria en un combate nulo entre los mejores. Durante el recorrido se reprodujeron las protestas en contra del Israel, el equipo que sirve como escaparate de la causa sionista. Cargado el ambiente, en Bilbao no hubo ganador de etapa.
Tras el primer paso por la Gran Vía, ante la previsión de incidentes que pusieran en riesgo la integridad física de los ciclistas, la organización decidió neutralizar la etapa a 8 kilómetros de meta.
En Pike Bidea se destacaron Pidcock y Vingegaard. Aunque no contó la etapa para el jornal, los tiempos valieron para la general. El danés agregó una decena de segundos sobre Almeida.
La fortaleza de Almeida
El hilo de la competición conectó después con las montañas grandilocuentes. El Angliru, en Asturias, epítome del ciclismo brutalismo sobre rampas imposibles, sirvió como puesta en escena del mejor Almeida.
El luso lideró la ascensión a la montaña. Vingegaard se acomodó a su espalda, incapaz de someter al portugués, que se sintió fuerte y poderoso frente al danés, que se protegió, conocedor de que su organismo enfermo le limitaba.
Con todo, Vingegaard entró a rueda del portugués. Reconoció el líder que le hubiera gustado ganar en la icónica cima, pero que no pudo. Ese mensaje avivó el debate entre el danés y Almeida, muy fuerte en el Angliru.
Aguardaba la Farrapona como otro hábitat donde tratar de resquebrajar al danés, que mostró el gesto de incomodidad.
Ocurrió que Marc Soler, representante de una fuga numerosa, un modelo que se ha repetido en la Vuelta, concretado por el visto bueno del Visma y la superioridad del UAE, triunfó en la cumbre.
Entre los jerarcas, firmaron tablas en un pulso de segundos. Vingegaard no era superlativo, pero Almeida no lograba someterle. El danés, incluso sin la exuberancia, no se rompía.
A Vingegaard solo le restaba abrochar la Vuelta en el último tramo, donde sobresalían tres vértices: la ascensión a El Morredero, la crono de Valladolid y el punto de fuga de la Bola del Mundo.
La semana comenzó con otra neutralización camino de Mos, donde Landa ofreció lo mejor de su catálogo, pero no pudo con Egan Bernal. Al día siguiente, los mejores se tasaron en la montaña.
Lució Pellizzari entre el empate técnico de Vingegaard y Almeida, otra vez igualadísimos aunque la ventaja era para el danés, que descontaba las fechas para la liturgia del campeón.
El danés resuelve en la Bola del Mundo
Mediatizada la crono de individual de Valladolid, que pasó de 27,2 a 12,2 kilómetros como efecto de la presión sobre el Israel, Almeida, en una gran actuación, solo puedo limar una decena de segundos respecto a Vingegaard, que disponía de 40 para gestionar en la desembocadura de la Vuelta. Arañó cuatro más para su causa en una jornada de transición antes de enfrentarse al todo o nada de la Bola del Mundo.
Sobresalió el líder en esa empalizada agónica para coronarse con su tercera victoria y reinar por vez primera en la Vuelta. De Madrid al cielo. El danés elevó la carrera. Vingegaard alivia una Vuelta rematada por el caos.