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[A rueda] "Las Ardenas", por Miguel Usabiaga

[A rueda] "Las Ardenas", por Miguel UsabiagaDPA vía Europa Press

A falta de la última gran clásica de la primavera, la Lieja-Bastogne-Lieja del próximo domingo, en los últimos días se han disputado tres grandes pruebas por las diferentes Ardenas, las holandesas, las de Brabante y las de Valonia; una geografía común de colinas y bosques a la que ha diferenciado con nombres el mapa político, lo jurídico. Esa diferenciación, y las consiguientes formas de trazar carreteras en el territorio, hace que esa geografía parecida ofrezca recorridos similares, con ascensiones cortas y empinadas, pero con algunas diferencias. Más pendientes las cotas en Valonia, menos en Brabante, carreteras más anchas en Holanda. Las tres carreras, la Flecha de Brabante, la Amstel Gold Race y la Flecha Valona, tuvieron distintos ganadores, y nos han permitido ver algunas cosas nuevas que quizá tengan relevancia en los grandes retos de la temporada, principalmente en el Tour de France.

La Flecha de Brabante

La Flecha de Brabante se la llevó Remco Evenepoel.Era su primera carrera del año, después del grave accidente que sufrió en diciembre al chocar contra la puerta de una furgoneta de Correos belga, que se abrió cuando él pasaba entrenando. Venció con gran autoridad y derrotando en el esprint a Van Aert. Como aún no está recuperado del todo de un problema en el hombro, salió con éste vendado, para minimizar los temblores sobre los adoquines de algunas colinas. 

Amstel Gold Race

La Amstel Gold Race holandesa tuvo un desenlace inesperado con el triunfo del danés Skjelmose, que es un gran corredor, pero llegando escapado junto a Remco y Pogacar, nadie aventuraba su triunfo. Esta prueba mostró a un Pogacar terrenal. Se escapó en solitario a falta de 40 kilómetros para la meta y fue cazado a falta de ocho. Una de las pocas veces que esto ha sucedido, que pierda una ventaja lograda en una escapada. Fue gracias al contraataque de Remco que se llevó a rueda al danés, e hizo el 80% del esfuerzo en la persecución, como reconoció Skjelmose. Se pueden hacer muchas cábalas sobre este dato, Pogacar es muy bueno, el mejor, pero no parece el intratable del año pasado. Ya ha perdido tres clásicas que tenía en su diana: la Milán-San Remo, la París-Roubaix, y la Amstel. Seguro que Vingegaard ha tomado nota.

Flecha Valona

Ayer, para sacarse la espina, Pogacar ganó la Flecha Valona. Un escenario idóneo para él, pues el muro de Huy, donde acaba la carrera, 1,3 kilómetros al 10% y con tramos de hasta el 25% de pendiente, se adapta muy bien a su explosividad. Esta colina como meta limita demasiado la carrera, la reduce tácticamente, pues los equipos controlan y todos los corredores, temerosos, esperan hasta esta subida final. Sólo recuerdo una llegada distinta tácticamente, la de la victoria del italiano Francesco Casagrande en el año 2000, atacando desde la colina anterior y cabalgando solo hasta meta. Esperaba algo así de Remco, pero no ocurrió. Quizá se equivocó de táctica, o quizá, agotado por las dos anteriores carreras, no tenía fuerzas. El muro de Huy fue territorio de Valverde, donde se impuso hasta cinco veces, ostentando el récord de victorias. 

Una antigua prisión nazi

Ese muro de Huy está al lado de una fortaleza que fue una prisión nazi, ahora museo, donde los nazis, que ocuparon Valonia y toda Bélgica, encerraron a los resistentes antifascistas belgas más destacados. Allí penaron el pintor Paul Daxhelet y el presidente del partido comunista, Julien Lahaut, un legendario y popular líder obrero de Seraing, una ciudad industrial, junto a Lieja. Lahaut intentó fugarse cuatro veces de Huy, quedando malherido en la última, atrapado entre los cables de alta tensión que limitaban la fortaleza. Fue trasladado a Mauthausen, sobreviviendo al campo de exterminio. Creo que ya lo mencioné en otra ocasión, pero su relevancia hace que merezca la pena volver a estos hechos, para no olvidarlos nunca. Además, eso que nos puede parecer tan lejano, algo ocurrido allá en Valonia, no lo es tanto, porque la historia lo acercó a nosotros. Ese personaje, Julien Lahaut, desempeñó durante la Guerra Civil una labor muy importante en la solidaridad con la República, encargándose de recolectar ayuda que él mismo conducía hasta Madrid y Valencia. Dando cobijo, además, en su propia casa de Seraing, a tres niños de los cientos de niños republicanos que acogió Bélgica. Con su amigo y camarada Théo Dejace se ocupaba de buscarles acomodo en casas de familias obreras de Lieja, y después no se desentendía de ellos, sino que seguía en contacto, llevándolos de vacaciones y haciendo con ellos excursiones por las Ardenas, por los lugares recorridos en estas carreras. El final de Lahaut fue muy trágico, el 18 de agosto de 1950 fue asesinado frente a su domicilio de Seraing por un grupo fascista. Su funeral fue multitudinario y una huelga general sacudió Bélgica. Se había granjeado la simpatía de muchos y la antipatía de otros al gritar ¡Viva la República!, en el Parlamento belga, cuando se nombraba rey a Balduino. Es su historia, la de Bélgica, de las Ardenas, de Valonia, pero no hace falta tener mucha imaginación para encontrar paralelismos con la nuestra, con la actual. 

En las carreteras de las Ardenas, que serpentean estrechas entre fábricas y casas, que se esconden en bosques; en las mismas que recorrían los ciclistas; yo no dejo de ver a esos otros figurantes, manchados de carbón y enarbolando sus banderas.