En estos tiempos extraños, veloces y convulsos, de egos desmedidos, de libros de autoayuda que enseñan a conseguir la felicidad en diez pasos o hacerse rico en un puñado de páginas de argumentos endebles y cuando menos discutibles, donde el humo cotiza en bolsa, cuesta encontrar un relato sólido, sostenido por los datos, tozudos e irrefutables.
Esa idea la representa Oier Lazkano (Gasteiz, 1999), un ciclista imponente y expansivo que no precisa del marketing ni de publicistas. Por él hablan sus logros y su autoestima. El gasteiztarra finalizó el Dauphiné entre la nobleza de la carrera. Logró la novena plaza en la general después de completar una sensacional contrarreloj y reafirmarse, contra pronóstico, en la alta montaña. Una sorpresa incluso en el Movistar.
“Después de la crono, medio en broma, Oier dijo: ¿Ahora tendré que apretar, no? Él sabía qué le tocaba después de esa gran crono. No tenía dudas. Estaba más convencido que nadie de lo que ha hecho. No le ha sorprendido. Al resto sí, pero no a él. Se conoce, sabes sus números, sabía dónde puede estar. De hecho, el último día estaba un poco enfadado porque dijo que estuvo por debajo de su nivel”, relata Xabier Muriel, director del gasteiztarra, un ciclista ambicioso y en pleno apogeo que los próximos tres cursos rodará en el Bora.
Un ciclista en crecimiento
“A Oier, a estas alturas, ya le conoce todo el mundo y más después del Dauphiné”, sostiene el preparador guipuzcoano sobre un ciclista que se doctoró frente a grandes rivales. Capaz de ofrecer grande destellos, de fogonazos luminosos, de provocar estruendo, el logro de Lazkano en el Dauphiné tiene que ver con la regularidad, con la capacidad de mantener un altísimo nivel durante los ocho días de competición.
“El pasado año, en el Tour de Suiza también tuvo un día muy bueno en montaña, cuando apenas quedaban doce corredores pero al día siguiente, reventó. Sin embargo, la diferencia respecto a aquella carrera es que ahora aguanta. En ese aspecto me sorprendió la continuidad. Pensé que después del primer día de montaña bajaría, pero no fue así. Sabíamos que en momentos puntuales era capaz de cualquier cosa en algún sitio, pero ahora es de continuo y en todos lados”, subraya Muriel sobre un ciclista que se alineó con los mejores desde la crono.
“Por los datos que tenemos, sabíamos que tenía una crono así de buena, pero nunca le salía por una cosa o por la otra, pero esta vez pudo hacerla”. A partir de ahí, Lazkano, un clasicómano, 1,89 metros y 74 kilos, se midió con los más notables en las cumbres.
Portento de la naturaleza
“Oier es una excepción. Un portento de la naturaleza. Tiene una capacidad aeróbica increíble. Con su peso, cuesta arriba, lógicamente está lastrado, pero es tanta su capacidad que puede arrastrar ese peso. Eso supone un gasto energético muy alto y resistir días y días así es difícil fisiológicamente. Pero siempre nos está sorprendiendo y es difícil saber hasta dónde puede llegar. No hay que volverse locos. Ha demostrado que puede hacer la general de vueltas de una semana. El futuro dirá si puede hacer más o hasta dónde puede llegar”.
Su gran rendimiento en la antesala del Tour ha provocado que los focos giren sobre el gasteiztarra, cada día mejor ciclista. Ese proceso de maduración ha desembocado en su enorme actuación. Aprende rápido.
“Se trata de saber correr, de guardar energía cuando hay que hacerlo, de comer en el momento preciso y también hay un claro proceso de maduración, de saber recuperar día tras día. Eso es un aspecto muy importante. Cada vez está haciendo las cosas mejor en todo los sentidos y eso se nota. Todo suma”, apunta Muriel.
Desarrollar el potencial
Esa capacidad de desarrollar el potencial que reverbera en sus adentros para plasmarlo sobre la carretera, en competición, donde todo las circunstancias cambian y los rivales exigen al máximo, fijan a Lazkano en otro escalón.
“Sabemos que tiene ese potencial, pero una cosa es tener esos datos entrenando, estando fresco y otra, muy distinta, es desarrollarlo día tras día, con cansancio, acumulando la fatiga de grandes puertos. Eso lo cambia todo. Desarrollar el potencial que se tiene en carrera es dar un gran paso”, diserta Muriel.
"Lo importante, su gran paso, es el de la continuidad. En eso ayuda mucho la capacidad de recuperación. Oier era de fogonazos, de hacer cosas realmente buenas de manera puntual, pero ahora lo puntual es casi continuo"
Con todo, convertir lo excepcional en costumbre es el signo inequívoco de su crecimiento. “Lo importante, su gran paso, es el de la continuidad. En eso ayuda mucho la capacidad de recuperación. Oier era de fogonazos, de hacer cosas realmente buenas de manera puntual, pero ahora lo puntual es casi continuo. Para hacer una buena general tienes que ser constante. Ha mejorado un montón en la forma de correr, de recuperarse, de entrenar, pero aún le falta un pelín para tener el punto exacto de madurez. Él lo sabe y está trabajando para ello”, destaca Muriel.
Más regular y consistente
El impacto generado en el Dauphiné ha provocado una corriente que traslada ese rendimiento a un escenario como el Tour o a las grandes vueltas.
“La regularidad y la continuidad la va ganando, pero de ahí a pensar que puede ser un corredor de tres semanas es un paso muy grande. Hasta ahora solía tener algún día malo y era irregular. Con el tiempo, mejorará ese aspecto pero no vamos a lanzar las campana al vuelo. Lo que ha hecho ha sido extraordinario contra gente muy buena, pero vamos poco a poco”, establece Muriel.
Considera el técnico del Movistar que el debut de Lazkano en el Tour –se espera que esté en la salida de Florencia– debe servir como plataforma de aprendizaje para el gasteiztarra. “En el Tour, la idea, lógicamente, será que pelee por alguna etapa, que se meta en fugas, que esté ahí, que sea capaz de manejar las fugas. El Tour primero hay que conocerlo, correrlo y luego ya se verá”.
Mejorar paso a paso
No se cansa de recordar el técnico guipuzcoano que la paciencia ha mecido el despegue de Lazkano. Ahora se trata de seguir subiendo y de mantener la altura de vuelo.
“Hay que ir paso a paso. Los que hemos trabajado con él siempre hemos sabido que tenía mucho potencial, pero una cosa es darlo en las pruebas y otra, muy distinta, sacarlo en carrera. Ese es un su logro. Ahí influyen muchas más variables y él está mejorando en todas ellas. Eso también es parte de su progresión. Todavía tiene que mejorar en algunas variables pero va en el buen camino”, cierra Muriel.
COQUARD VENCE EN UN DÍA NERVIOSO EN SUIZA
Después del prólogo que situó a Yves Lampaert en el liderato y ordenó el Tour de Suiza entre los nobles, la primera jornada en línea se resolvió con un extraño esprint que enfatizó a Bryan Coquard, al que Ion Izagirre llevó hasta las puertas del triunfo con una buena preparación.
Antes del asalto del galo, que logró su primera victoria en una carrera del WorldTour en Europa, Bettiol trató de enredar con una ataque en un final burlón.Al italiano se le acabó el empuje a poco más de un kilómetro. Se preparaba el esprint, con De Lie atento hasta que perdió el paso. Hayter se cayó antes. Ese escenario lo aprovechó Coquard para alzar los brazos con comodidad por delante de Matthews y el joven belga.