Saluda el otoño Il Lombardia, el monumento que apaga el curso, el ocaso del sol de las clásicas museísticas. La mística de Madonna del Ghisallo –patrona de los ciclistas desde que el Papa Pío XII bendijera en 1948 a la virgen por la peregrinación de los aficionados, que le rezaban por la salud de los corredores– concede un halo especial a la clásica italiana.

Una antorcha bendecida por el Papa fue trasladada desde Roma hasta el santuario a relevos. Gino Bartali y Fausto Coppi fueron los campeones que dieron luz a la patrona del ciclismo.

En el otoño, Tadej Pogacar es la exuberante primavera, un estallido de bellos colores en medio de los tonos ocres. La luz que todo lo ilumina. Rey sol. En la Clásica de las hojas muertas, el esloveno era un canto a la vida.

Pogacar festeja la victoria. Il Lombardia.

Tercera victoria consecutiva

Il Lombardia pertenece a su biografía, a sus 63 triunfos, 16 este curso. Más que nadie. Pogacar ha tallado dos monumentos esta temporada. El Tour de Flandes e Il Lombardia, que conquistó por tercera vez. 2021, 2022 y 2023. El almanaque Pogacar. El año ciclista no acaba en otoño, tampoco en octubre, se concreta en Pogacar, el campeón de todas las estaciones.

Otro portador de la luz para Madonna del Ghisallo. El manto de la virgen protege a los ciclistas. Los caminos del Señor, empero, son inescrutables y conducen irremediablemente a Roma, que no es otro que Pogacar. El esloveno, coronado por tercera vez en Il Lombardia, siguió el rastro que dejó hace casi un siglo Alfredo Binda, vencedor de 1925 a 1927.

La huella de Coppi

Igualó el esloveno a Binda. Ahora persigue a Fausto Coppi, vencedor de cinco Il Lombardias, cuatro de manera consecutiva, de 1946-1949. Coppi fue el último ciclista en coser tres veces seguidas Il Lombardia. Pogacar es su heredero.

Al enorme Coppi le bautizaron como Il Campionissimo. “!Un uomo solo è al comando, la sua maglia è biancoceleste, il suo nome è Fausto Coppi”. Así se anunciaban las gestas del Il Campionissimo el pasado siglo en la voz de Mario Ferretti.

En Pogacar, de nuevo a solas con su grandeza, encajan aquellas palabras. Es un campeonísimo el esloveno. Un ciclista descomunal capaz de vencer tras una enorme actuación, aunque no fuera su mejor versión de sí mismo. Eso separa a los campeones del resto.

Despedida de Pinot

Pogacar sonrió su tercer Il Lombardia con una renta de casi un minuto sobre el grupo de nobles, donde se impuso Bagioli por delante de Roglic, en su último baile con el Jumbo. Mikel Landa, víctima de una caída, abandonó. Thibaut Pinot, ganador en 2018, se despidió del ciclismo en Il Lombardia, la que carrera que ama a Pogacar.

Il Lombardia arremolinó un enjambre de fieles y creyentes para la búsqueda de la gloria en Bérgamo tras una travesía de 238 kilómetros que partía desde Como. La clásica se fue desmadejando con la nostalgia que provoca el otoño que sostiene el pulso del verano por cortesía del cambio climático.

A la Clásica de las hojas muertas, romántica nomenclatura, se llegó después de los días de incertidumbre, inquietud, rabia y furia que provocó el seísmo de la posible fusión del Jumbo y el Soudal.

Pogacar, ganador, con Bagioli, segundo y Roglic, tercero, en el podio. Il Lombardia.

Tras dos semanas de rumorología, de mensajes cruzados, de trincheras, el vínculo que lo sacudiría todo, no será. O eso es lo que parece. En ese ambiente, con Roglic despidiéndose del Jumbo para poner rumbo al Bora, Il Lombardia no dio tregua.

Caída de Mikel Landa

Enric Mas, segundo el pasado curso, se plegó en la impotencia de los días extraños cuando a la clásica le restaba todo lo nuclear. Landa, tercero en 2022, se golpeó contra el asfalto en una caída rara. Con la cadera derecha dolorida, continuó adelante por coraje.

Landa padeció una caída. Bahrain / Sprint Cycling

Orgullo y dignidad. Un Robinson Crusoe. Se quedó solo el alavés tras caerse en la Zambla Alta. Después abandonó. De la orla de la campaña precedente únicamente se mantenía en pie Pogacar. Indiscutible su figura.

Descontados Madonna del Ghisallo y su mística, Roncola, Berbenno, Passo della Crocetta y Zambla Alta, –donde a Landa le mordió el asfalto– los costaleros de Pogacar dispusieron el paso para la tercera coronación del esloveno en el Passo di Ganda, (9,2km al 7,3%) donde se sabía que atacaría.

Solo Ben Healy y su naturaleza rebelde, de aventurero, resistía por delante hasta que le sometió la lógica de mercado. La ascensión convocó a la aristocracia. Con Evenepoel dañado tras una caída en el prólogo, fuera de foco, Adam Yates, maillot abierto, pastoreó a Pogacar, Roglic, Carlos Rodríguez, Vlasov, Woods, Carapaz, Bagioli, Simon Yates

Pogacar no espera

Entre el griterío y el entusiasmo de la cuneta, en el nudo gordiano, se liberó Pogacar, un ciclista de rompe y rasga. Vlasov, duro y resistente, se encoló. A Roglic le costó reaccionar. Por un instante se deshilachó, pero mantuvo la hebra de la paciencia para coserse en el momento exacto. El grupo se reubicó.

Entonces, en un parpadeo, Pogacar, inteligente, haciendo bueno el adagio de atacar antes de que todo se reorganice, se disparó como un cohete corriente abajo. Kamikaze en un descenso bello, revirado y burlón.

Un tobogán divertido para el esloveno. Valiente y juguetón, piernas de oro, Pogacar era un hombre contra el mundo. Acumuló un colchón de tiempo maravilloso. Las alforjas repletas de energía.

Las herraduras del descenso le daban suerte. El esfuerzo, homérico, le colapsó la musculatura del cuádriceps derecho, acalambrado. Trataba de soltarlo Pogacar golpeándolo con el puño. Fuerza bruta. Por detrás, los intereses cruzados encarcelaron al grupo ante un hombre libre que corre contra la historia.

Atravesó la Porta Garibaldi, el hombre que reunificó Italia, abierta la puerta de su casa. El pasillo humano veneraba a Pogacar en el Colle Aperto. Desde allí, en medio de los hurras, se presentó el esloveno en meta. “Un uomo solo è al comando, la sua maglia è bianco, blu e rosso, il suo nome è Tadej Pogacar”. Pogacar emula a Coppi en Il Lombardia.