Salió a gatas el sol, tímido, balbuceante, pero suficiente en Vitoria-Gasteiz. Brotaron de inmediato las sonrisas del bienestar. El calor acariciaba los rostros en la Itzulia Women, enlutada la víspera por la tempestad y por el atropello que dejó mal cuerpo en todo el pelotón y fracturas de fémur, cadera y pelvis en Letizia Brufani y del codo izquierdo en Eider Merino.

El suelo, aunque con manchas todavía húmedas por el recuerdo de la lluvia, estaba seco. La mejor noticia para las ciclistas, que padecieron un calvario el primer día, cuando el peor invierno secuestró la primavera. En el nuevo amanecer brilló el fulgor de Demi Vollering, la supernova de la Itzulia Women. Su sol. Viste de amarillo, su color. La neerlandesa tiene un idilio inmutable con la carrera. Permanente.

El pasado curso conquistó la prueba después de hacer pleno de etapas. Ahora, recorre el mismo camino aunque los paisajes sean distintos. En Amurrio, Vollering resolvió con un triunfo incontestable el esprint de las mejores, un grupo de doce. “No era el plan”, dijo tras contar su segunda victoria en la Itzulia Women, la quinta consecutiva si se tiene en cuenta el pasado curso. Vollering es un bucle de victorias. Da igual que no fuera lo previsto, la neerlandesa, jerárquica, intimidante, improvisa de maravilla. Siempre acaba igual.

Más líder todavía

En ese escenario, la líder, varios peldaños por encima del resto, se dio el lujo de mirar para atrás antes de levantar los brazos. Eso resume su capacidad. Todo ocurre a su espalda. En el retrovisor. El escaparate le pertenece a ella en su totalidad. Derrotó Vollering a Paladin y a Reusser, su compañera, con una esprint brutal.

Remontó con una facilidad extravagante. El triunfo otorgó otra decena de segundos en favor de su causa por la bonificación. La neerlandesa, la jefa de la Itzulia Women, aventaja en 1:05 Niewiadoma y en 1:11 a Van Vleuten. Reusser, su alfil, es segunda, a 56 segundos.

La calma abrigó al pelotón en la jornada que hacía de bisagra en la Itzulia Women. Se abrió paso la luz en después de la oscuridad que ennegreció la carrera la víspera. Amainada la tormenta que fue, las ciclistas disfrutaron sin sobresaltos. Magri, Vettorello y Novolodskaya tomaron algo de vuelo. No le preocupaba a Vollering, acomodada en las entrañas del grupo, protegida por sus compañeras. En realidad, a la líder solo le genera inquietud el azar, incontrolable.

Malkuartu hace la selección

Ordenada la ascensión a La Tejada en cajón del olvido, aguardaba el encuentro con Malkuartu, la ascensión más seria del día. La aparición del puerto, la carretera estrecha, la vegetación exuberante, aceleró al grupo. Vollering chasqueó los dedos. Más velocidad. Fisher-Black guio la ascensión que devoró la fuga de dos bocados. En el descenso, sinuoso, con parches de humedad alertando al instinto de supervivencia, la líder quiso fijarse en el frente. Controladora aérea.

Sus compañeras trazaron el descenso. Alfombra roja para Vollering. Alrededor de la neerlandesa, el resto de favoritas, próximas, en el mismo plano, pero lejanas en el tiempo en realidad. Van Vleuten, Niewiadoma, Rooijakeers… Malkuartu filtro el quién es quién de la Itzulia Women. Comenzó el baile, la agitación y el frenesí. Arrancaron unas y otras. Un carrusel de ataques. Guerra de guerrillas. La anarquía como estilo de vida. Los nervios entreverados.

Después de tantas idas y venidas, sin un patrón, engordó un poco el grupo, un acordeón que se estiraba y se encogía. Avanzaba la carrera a espasmos. A impulsos eléctricos. On-off. De ese remolino, Claire Steels emergió con un ramo de segundos entre gotas de agua que barnizaron la carretera. Llanera solitaria. La británica no tenía intención de entregarse pero en el pelotón tenían otros planes. Le enchironaron cuando se olían las flores del destino.

También al esprint

Se adentró Steels en un hilo de asfalto. Las fauces de la jauría salivaban. El repecho de Lezama era un Everest para la británica, una pista de despegue para Vollering. Niewiadoma fue el acelerante de la líder. Al trío se unieron Lippert y Baril. También se vincularon Reusser, Paladin o Van Vleuten.

Se empastaron una docena de ciclistas para jugársela al esprint en Amurrio. Dio lo mismo. La líder demostró que es inaccesible bajo cualquier circunstancia. Batió con enorme superioridad a Paladin y a su compañera Reusser. Nadie puede con la neerlandesa en la Itzulia Women. Vollering impone su ley y mira para atrás. Ella siempre está delante. La primera.