Como lo vio tan claro, Giulio Ciccone lanzó las gafas de sol al vuelo, que es su modo de festejar las victorias. Llegó más ligero de equipaje al liderato de la Volta a la Comunitat Valenciana. No necesitó la máscara reflectante para la postal del triunfo. Quiso observar la gloria sin intermediarios ni ojo de perista. La retina como guardiana de la memoria. Hasta que las gafas volaron sobre el público, corrió camuflado el italiano, indetectable entre los favoritos.

Son las ventajas de pasar inadvertido en la fiesta de la púrpura, en los salones de la alta sociedad donde hombreaban Pello Bilbao, Tao Geoghegan, Mikel Landa, Alex Aranburu, Vlasov, Carlos Rodríguez, McNulty o Rui Costa. En ese cruce de miradas, entre la vigilancia microscópica de los aristócratas, se olvidaron de Ciccone. Nadie reparó en él. 

Ciccone, el más listo

Nunca conviene perder la atención sobre un italiano, adiestrados para sacar provecho de cualquier situación. En la Segunda Guerra Mundial, montones de armas pesadas, tanques, vehículos blindados, cañones y demás quedaron varados en el desierto después de aquellas batallas tremendas entre Rommel y Montgomery.

Finalizada la guerra, todo aquello era chatarra. Italia decidió reciclarla para convertirla en electrodomésticos. Se hicieron de oro. Como Ciccone, que se vistió de amarillo. Por la prenda peleó Pello Bilbao, tercero en el esprint, tras codearse con Tao Geoghegan, segundo.

Los jueces estimaron que el inglés cerró a Pello Bilbao, por lo que fue relegado al último puesto del grupo que encabezó la etapa. Así las cosas, el vizcaino es segundo en la general, a 3 segundos de Ciccone. Alex Aranburu es cuarto a una decena de segundos. Mikel Landa es noveno al mismo tiempo que el de Ezkio.

Ataque de Landa

Todo se aceleró cuando a 500 metros, encapsulado McNulty, Landa, ágil, convencido, buscó la sorpresa. No podía esperar al esprint de los favoritos. Pello Bilbao, su compañero, tuvo que contemporizar. Ciccone y Tao intuyeron que la agitación de Landa no era un farol. Se lanzaron a la estela del alavés.

Cuando Pello Bilbao vio que soldaban al de Murgia, se cosió. Fue una puntada tarde. Ciccone no tardó en despegar. Deshilachó al resto y descosió las opciones de Pello Bilbao, que cerrado en la vallas, lanzó una mirada de reproche a Tao –la maniobra fue revisada y el de Gernika se situó segundo–. Ciccone no lo vio. Iba por delante.

Fuga en terreno exigente

Estamos Bien, un himno de Santero y los Muchachos, amenizó el día. El pretendido poder curativo de la música frente a un relieve atestado de aristas, siete puertos, ninguno demasiado distinguido, pero suficiente para acumular más de 3.400 metros de desnivel. Un recorrido exigente. Quemazón en las Cumbres del Sol, la montaña en la que se descubría el síndrome del impostor. No era un lugar para Ícaro.

Pello Bilbao quería prender la ascensión con los antorcheros del Bahrain, los fogoneros que alimentaban la caldera. El comienzo del puerto era un paredón. De Marchi y Romo cabeceaban por delante y resistieron también en la última empalizada, plomiza a pesar de que el Mediterráneo saludada inspirador desde abajo. Entre la nobleza, se ordenaron. Girmay, el líder, dimitió con el costado derecho raspado. El recordatorio de la lija tras la gloria del primer día. 

Ritmo de persecución

Plegado Cumbres del Sol, el espíritu de las clásicas se acrecentó. Mohoric, que soliviantó el ritmo en las alturas, se aireó para reanimar de nuevo la persecución hacia el Alto de Pinos. Romo y De Marchi no cedían. Atrincherados en el sufrimiento mantenían el mentón del orgullo elevado entre carreteras reviradas. Pello Bilbao arañó un segundo de bonificación apoyado en la pértiga de su equipo. Nunca se sabe cuánto valdrá un tic. 

Todo se acelera

El Ineos brotó en tromba para llevar a hombros a Carlos Rodríguez. A Romo y De Marchi se les extinguió la esperanza en paisajes viejos por el empeño de los británicos. Castroviejo, siempre vigente, contribuyó a la caza. Les tocó el hombro entre los pinos del Mediterráneo que festoneaban la carretera.

McNulty fue el primero en desenfundar. Su intento, al que respondió Gloag, se ahogó cundo se aceleró todo entre los elegidos. Landa emergió con fuerza. Ciccone leyó al de Murgia. Se subió a su dorsal con descaro. También Tao. Llegó una instante después Pello Bilbao. En cuanto percibió la proximidad del gernikarra, Ciccone se encorajinó para lanzar las gafas al liderato.

LA ACTUALIDAD

Victoria y liderato. Ruben Guerreiro, que llegó esta campaña al Movistar, se hizo con el triunfo y el liderato en el Saudi Tour tras batir a Formolo y Buitrago en la apretada llegada entre los tres. Xabier Mikel Azparren brilló otra vez. El del Euskaltel-Euskadi fue octavo en meta.


La mala suerte señaló a Andoni López de Abetxuko, debutante con el Euskaltel-Euskadi, que tuvo que abandonar por una dura caída el Saudi Tour. El ciclista se fracturó cuatro costillas, la clavícula y la escápula. Permanecerá 24 horas en observación.


Miguel Ángel López, en racha. En el campeonato de Colombia de contrarreloj, Miguel Ángel López, reciente vencedor de la Vuelta a San Juan, se hizo con la victoria. Por otra parte, una gran caída obligó a neutralizar los últimos kilómetros de la Estrella de Bessèges.