El desamor entre Roglic y el Tour de Francia cumplió un nuevo capítulo en su apasionante relación de amor-odio. El esloveno tomó la salida en la decimoquinta etapa de la carrera francesa por culpa de la caída que sufrió camino de Arenberg. Aquel día, Roglic se dislocó el hombro derecho –se lo volvió a colocar él mismo– y continuó en competición. Sin embargo, los dolores continuaron impresos en la piel y en los huesos de Roglic. El esloveno ha decidido retirarse para recuperarse de los efectos de aquel golpe, que han disminuido sensiblemente su rendimiento en carrera. Aun así, Roglic, consciente de sus limitaciones, se sacrificó para potenciar a Jonas Vingegaard, líder del Tour, y compañero. Demostró su carácter de campeón y su lealtad con el danés. Asimiló su nuevo rol con enorme dignidad. En la época de las vedettes, el comportamiento de Roglic es un ejemplo.

“Estoy orgulloso de mi contribución a la clasificación actual y confío en que el equipo hará realidad nuestras ambiciones amarillas y verdes (por Vingegaard y Van Aert). Gracias a todos por su gran apoyo”, expuso Roglic en un comunicado difundido a través de las redes sociales. El esloveno resultó determinante en la jornada en la que Tadej Pogacar perdió el liderato en favor de su compañero de equipo, Jonas Vingegaard. 

El esloveno atacó junto a Vingegaard una y otra vez entre el Télégraphe y Galibier hasta desgastar a Pogacar, que víctima de una pájara en el Col du Granon debido al sobreesfuerzo y a los excesos realizados con anterioridad, situaron a Vingegaard en el liderato. Desde entonces el danés manda en la carrera francesa con 2:22 sobre Pogacar cuando resta una semana de competición.

El abandono de Roglic debilita al Jumbo. Es indiscutible. Era una pieza muy importante en el engranaje de la formación del líder, que contará con un efectivo menos en lo que resta de Tour. Además de en cantidad, el Jumbo se ve laminado, sobre todo, en calidad. Roglic es uno de los mejores ciclistas del mundo y su experiencia era un gran punto de apoyo para Vingegaard, cuyo liderato es novedoso. Con la baja de Roglic, cuyo principal objetivo de la campaña será la Vuelta (es campeón de las tres últimas ediciones), las diferencias entre las fuerzas entre el Jumbo y el UAE se reducen. El equipo de Pogacar perdió a Laengen y Bennett por covid. Sin Roglic, la escuadra del líder es más vulnerable. El equipo neerlandés notará su baja.

La relación entre la carrera francesa y Roglic parece maldita, imposible, como si el Tour le repudiase. El esloveno, segundo en 2020 tras la remontada histórica de Pogacar en la crono de La Planche des Belles Filles, donde perdió un Tour que parecía suyo, tuvo que abandonar la Grande Boucle la pasada campaña por culpa de una dura caída. No se fue del Tour de forma inmediata, pero finalmente, debido a las lesiones causadas por la misma, se vio obligado a decir adiós al Tour. 

Este curso, Roglic se aproximó a la Grande Boucle con la idea de hacerse con el trono en los Campos Elíseos de París. Sin embargo, una fea caída camino de Arenberg, en la que el esloveno se fue al suelo por culpa de una bala de paja que se movió y apareció en su trazada, aceleró el abandono del esloveno. Roglic parece gafado en el Tour. La suya es una relación sin futuro. No encajan. Una historia de desamor. l