agurain - ¿Qué tal se encuentra?
-Bien. Las sensaciones no son malas. En Australia, en el Tour Down Under, no tuve ningún problema físico en la espalda. Pedí al equipo empezar allí la temporada para testarme, y volví contento. Al Abu Dabi Tour, que terminó el domingo pasado, ya fui con otras expectativas...
¿Y también regresó satisfecho?
-En la etapa reina sufrí un pinchazo en el primer kilómetro del puerto final, con la carrera lanzada. Tardamos en cambiar la rueda y, aunque no perdí mucho tiempo, no pude engancharme al grupo cabecero. Al menos tuve la frialdad de no dejarme ir. Decidí hacer una especie de cronoescalada, para ver cómo respondía el cuerpo con 200 kilómetros en las piernas y en un quinto día consecutivo de competición. A este respecto, las sensaciones y los datos de la subida fueron buenos.
¿Qué pasó en la contrarreloj de la jornada previa? Perdió mucho tiempo.
-No esperaba ceder tanto, es verdad. Cuando en meta me comentaron que Rohan Dennis me había sacado 50 segundos en doce kilómetros, sentí decepción. Sobre todo porque no tenía la percepción de hacer completado una mala crono. Si me dices que te sale el típico día cruzado, lo asumes y a otra cosa. Pero pensaba que lo había hecho mejor.
¿Ha cambiado su postura sobre la ‘cabra’ a raíz del accidente del pasado mes de julio?
-Nada, no he cambiado nada. Ni en la bici normal, ni en la de contrarreloj. Todo sigue igual: la propia bicicleta, los materiales, la postura... En la crono de Abu Dabi quizás acusé una menor soltura en las curvas, una menor confianza. Se trata de una disciplina en la que vas al límite: hay una línea roja y, si la sobrepasas, te vas al suelo. Siento que ahora igual no me acerco tanto a ella. Aunque espero ir volviendo a la normalidad con el paso de las competiciones.
Lo que hace una caída. La famosa curva de Dusseldorf, en el último Tour.
-Me avisaron por la radio: “Cuidado en la siguiente curva, que ha habido un accidente”. Al entrar en ella había un gendarme avisándome para que aminorara. Y, a partir de ahí, no sé muy bien lo que pasó ni lo que hice. Solo sé que me pegué un leñazo importante y que me quedé ocho días en Alemania.
¿Le anima ver el nivel que está ofreciendo Valverde, víctima de aquella caída de la que le avisaban por el pinganillo?
-El otro día estuve con él en Abu Dabi. Le dije: “Bala, cabrón, si andas mejor que el año pasado...”. También comentamos la suerte, entre comillas, que tuvimos al sufrir aquellas caídas en una ciudad como Dusseldorf, con grandes profesionales y buenos cirujanos.
¿Hicieron vida juntos en el hospital?
-Cuando me llevaron allí me enteré de que era él quien se había caído antes. Nuestras habitaciones estaban cerca, en la misma planta, y a medida que pudimos empezar a levantarnos de la cama nos veíamos más: en la rehabilitación, con los fisios? Además, nos hacíamos visitas mutuas, para amenizar el día.
Usted sufrió una doble fractura vertebral, lesión que no influye solo en la actividad deportiva del afectado?
-No, no. Volví a casa y tardé varias semanas en coger la bici de nuevo. Apenas podía levantar pesos. Ni siquiera a mi hija, que por aquel entonces tenía diez meses. Y tampoco estaba apto para conducir. Mi pareja me llevaba a Vitoria, a la rehabilitación. Cada bache de la carretera me provocaba muchas molestias. Tenía que ir con un cojín en la espalda.
¿Qué me dice del día en que volvió a salir al asfalto vestido de corto?
-Recuerdo la fecha perfectamente. 28 de agosto. Apenas fueron 40 minutos. Una vuelta por aquí cerca (señala por la ventana de la cafetería donde tiene lugar la entrevista). Me dieron luz verde para probar y las sensaciones resultaron muy raras. Andaba como tenso. No tenía en la espalda la movilidad actual.
Si le dicen entonces que iba a poder correr en Australia en enero?
-No es tanto el simple hecho de correr como el nivel que pude ofrecer en el Down Under. Estuve cerca de los mejores. Y eso sí que me sorprendió. En cualquier caso, fui a aquella carrera para, sobre todo, comprobar cómo me veía en competición. No es lo mismo ir en bici solo que rodeado de otros ciclistas, a efectos de esa confianza de la que hablábamos antes.
¿Y?
-Pues por un lado están las cronos, como ya hemos comentado. Es una disciplina distinta. A la hora de ir en pelotón, mientras, no he tenido ningún problema. Aunque también es cierto que aún no ha tocado correr con lluvia, que es como me caí en la contrarreloj del Tour.
Pues parece que en la París-Niza sí se va a mojar.
-Hoy empieza esa fase de la temporada hacia cuyas vueltas ya se han enfocado de forma concreta los ciclistas con objetivos importantes: París-Niza, Tirreno-Adriático, Volta a Catalunya, Itzulia?
¿Usted es uno de esos corredores?
-He estado mirando perfiles, puertos, posibles rivales? Aunque la experiencia del año pasado me hace afrontar la París-Niza día a día, porque esas primeras etapas en el centro de Francia son muy peligrosas. En 2017, una ráfaga de viento, en un día infernal, me tiró literalmente a la cuneta. Saqué de allí la bici llena de barro, con dos pegotes impresionantes en las ruedas. Era la primera jornada y me había metido en el corte bueno. En vueltas tan cortas, de una semana, el tiempo que pierdes ya resulta muy difícil de recuperar.
¿El objetivo consiste en estar en la pelea?
-Vamos a ver. El chip es un poco distinto al del año pasado, porque comparto jefatura de filas con mi hermano Gorka.
Que está muy bien.
-Viene de ser séptimo en la general del Down Under y tercero en la de Omán. Ha demostrado perfectamente que vale para este tipo de carreras.
¿Y ha agradecido el cambio de equipo?
-Él estaba muy bien en el Movistar. Pero uno, con el paso de los años, siempre necesita algún tipo de cambio en su carrera profesional. Teniendo a su hermano en el Bahrain Merida, se ha unido a nuestro equipo y sí que ha agradecido el cambio. Está contento.
¿También compartirán jefatura de filas en la Itzulia?
-Los dos la correremos. Y también viene Nibali, quien la víspera de la primera etapa, en Zarautz, habrá competido en el Tour de Flandes. Vincenzo tiene entre ceja y ceja las clásicas de las Ardenas, y la Itzulia puede suponer para él una buena preparación. Con su presencia, traeremos un auténtico equipazo.
¿Le gusta el recorrido de la ronda vasca? La contrarreloj pasa a la cuarta etapa.
-Cambia la película. Y a mí me gusta. Seguro que el espectador también disfruta más así. Los que pierdan tiempo en la crono tendrán que moverse en las dos jornadas finales. El espectáculo saldrá beneficiado.
Ya me ha dicho que Nibali estará en las Ardenas. ¿Y usted?
-Yo también. Lo del año pasado fue la leche, tres carreras impresionantes. La Amstel Gold Race, la Flecha Valona y la Lieja-Bastogne-Lieja siempre me gustaron cuando las seguía por televisión, o cuando las corría con el Euskaltel durante mis primeros años como profesional. Verme en el corte bueno en la Amstel y estar tan cerca del podio en la Lieja, uno de los monumentos del ciclismo, me produjo una gran satisfacción.
Da la sensación de que, dentro del famoso tríptico, es la propia Amstel Gold Race la prueba que mejor se ajusta a sus características. En 2017 fue séptimo.
-Es la más nerviosa. Tiene muchas carreteras estrechas, mucho sube y baja, mucho látigo, muchos cortes? Se hace difícil correrla bien. El año pasado agradecí correrla con mi compañero Gasparotto, que había ganado en 2016 y sabía ir siempre bien colocado, en la mejor posición.
¿Cómo seguirá su calendario?
-Va a ser el mismo del año pasado. Tras Romandía, que se corre a primeros de mayo, me tomaré un descanso antes de concentrarnos en el Teide con el grupo de un Tour que, a nivel competitivo, prepararé en la Vuelta a Suiza.
Pero su papel en la ronda gala sí que cambiará respecto a la temporada anterior?
-En 2017, Nibali decidió correr el Giro y la Vuelta a España. Éramos un equipo nuevo, con dos líderes, y no podíamos permitirnos ir al Tour sin un jefe de filas. Es cierto que hacer una buena general en Francia parecía complicado a priori. Pero, poco a poco, fui cambiando el chip al respecto, trabajando un poco la mentalidad con la que acudir. Pensé que por qué no iba a optar al top ten, y para ello me preparé.
¿Cuál es el esquema del Bahrain Merida para las grandes vueltas este año?
-Hemos fichado del Ag2R a Domenico Pozzovivo, que será la baza en el Giro de Italia. Y Nibali, mientras, va a ir de jefe de filas al Tour y a la Vuelta. En Francia tocará acompañarle y ayudarle. En la Vuelta también, aunque, según me han comentado, gozando de una mayor libertad.
¿Hasta cuándo tiene contrato?
-Me queda esta temporada. Firmé dos cuando llegué al equipo. ¿El futuro? No le doy muchas vueltas. Si haces bien las cosas, te aseguras que salgan opciones, siguiendo en el Bahrai n o yendo a otra escuadra.
¿Qué es hacer bien las cosas en 2018 para Ion Izagirre?
-No me quiero poner metas, porque luego pueden pasar mil cosas. Mira lo que sucedió en el Tour. Lo preparé bien. Analicé el recorrido. Pasé tiempo concentrado fuera de casa. Y el primer día se fue todo al traste. En un solo segundo pasas de aquí a aquí (eleva una mano y la compara con la otra, más baja). Así que solo pido no sufrir mala suerte: ni caídas, ni enfermedades? Poder ofrecer mi nivel.