Donostia. El Giro de Italia revivió ayer la conmovedora escena del Tour de Francia de 1995. Entonces, la etapa llegaba a Limoges, donde Lance Armstrong, aún imberbe a sus 23 años pero con un maillot arco iris en su vitrina, levantó aquellos brazos de leñador y los apuntó hacia allá arriba en memoria de su compañero del Motorola Fabio Casartelli, fallecido solo tres días antes en el descenso del Portet d'Aspet. Ayer, en Sestriere, a dos saltitos de Francia, Vasil Kiryienka tocó la música de réquiem en un ritual similar: gafas de sol y mirada y dedos índice a lo alto para evocar al malogrado ciclista del Movistar Xavi Tondo, fallecido el pasado lunes y con el que en abril se abrazaba en Lekunberri tras vencer en la Vuelta al País Vasco.
El bielorruso, que culminó una escapada tan extenuante como la propia etapa, conectó los sentimientos del Movistar con el cielo, pero Alberto Contador ya lo toca. Está a solo 26 kilómetros cronometrados para ganar su sexta gran vuelta consecutiva: Tour de 2007, Giro y Vuelta de 2008, Tour de 2009 y 2010 y el Giro que hoy acaba: "No voy a arriesgar más de la cuenta en las curvas -advirtió ayer-. Quiero disfrutar de la victoria". Desde lo más alto. Solo falta saber cómo se ordenan en el podio Michele Scarponi y Vincenzo Nibali, separados por 56 segundos a más de cinco minutos del de Pinto.
En una jornada larguísima, de 242 kilómetros y más de seis horas con la bicicleta a cuestas a 38,509 km/h de media, Kiryienka subió como los ángeles a Finestre y Sestriere, donde aventajó en casi cinco minutos a José Rujano. El venezolano fue el primero de los gallos, que llegan a Milán con cuatro plumas y una única cresta. La de Contador. Kiryienka los dejó en evidencia, dado que apenas perdió tiempo en las dos ascensiones, lo que denota el cansancio que acumulan los que han disputado la general. Los mismos que ayer se quedaron en cabeza en cuanto se empinó el Finestre (2.178 metros).
A los pies este puerto, llegó la fuga del día con 6:10 sobre el pelotón. La integraban Kiryienka y doce más, escapados desde el kilómetro 46: Mínguez (Euskaltel-Euskadi), Ulissi (Lampre), Vicioso (Androni), Vorganov (Katusha), Jufré (Astana), Betancourt (Acqua&Sapone), Seeldraeyers (Quick Step) y Popovych (RadioShack), entre otros.
40 kilómetros en solitario Kiryenka atacó a trece kilómetros de la cima -los últimos ocho de sterrato- y a 41 de la meta. El colombiano Betancourt y Mínguez -gran etapa del joven vizcaino- le aguantaron un kilómetro. El resto, fue un monólogo bielorruso, ajeno a los movimientos en el grupo de Contador, que tenían más intención que fuerza.
Como Rujano, que intentó la misma proeza que lo encumbró en 2005 para languidecer hasta este Giro, cuando se alió con Finestre y Sestriere para subirse al cajón de 2005 tras Paolo Savoldelli y Gilberto Simoni y a costa de Danilo Di Luca y Juanma Garate. El chinche del Androni Giocattoli pasó sobre la cima a 3:50 de Kiryienka, pero no se acercó más.
A 5:20 coronó Contador con Scarponi, Menchov, Gadret, Joaquim Rodríguez y Kruijswijk. Nibali, para quien Szmyd había guiado a los ilustres casi hasta la cima, necesitó 15 segundos más tras tambalearse con un arreón de Purito, pero remontó en la bajada. Kreuziger y Sivtsov, entre otros, perdían un minuto, pero el checo enlazó en solitario en un portentoso descenso. Mikel Nieve se había quedado muy pronto, pero entre Igor Antón y Mínguez -descolgado de la fuga- lo sostuvieron y el leitzarra se mantuvo en pie en la meta para aferrarse al top 10.
Sestriere, con lo justo La subida final fue un calco a la anterior, con Kiryienka a lo suyo, como hizo en 2008 para rematar en Presolano otra etapa sin fin. El resto entonaba el virgencita, virgencita... De hecho, fue Kreuziger, que sufrió en Finestre, quien marcó el ritmo. Rujano logró el segundo puesto, pero al final acusó el esfuerzo y a punto estuvo de ser alcanzado por Purito, que atacó a seis kilómetros de meta para situarse quinto en la general. Menchov, Gadret, Scarponi y hasta Nibali, que iba muy justo, trataron de moverse, hasta que Contador culebreó para poner orden en el corral.
Kiryienka honró a Tondo pero también a Sestriere, donde Giro y Tour comparten páginas de gloria. Curiosamente, la estrenó en 1952 la ronda gala, donde Sestriere es Sestrières, con un Fausto Coppi que la víspera salió líder del primer ascenso a Alpe d'Huez. Cuarenta años después llegó la inolvidable cabalgada de Claudio Chiapucci y el liderato de Miguel Indurain. En 1996 y 1999 se exhibieron Bjarne Riis y, sobre todo, Armstrong, la primera machada del tejano en la Grande Boucle.
En la corsa rosa, no ha sido un col tan decisivo en sus cinco visitas. En 1991 venció Eduardo Chozas, en 1993 solo Piotr Ugrumov se acercó a un Indurain de otra galaxia, aunque al día siguiente el letón puso contra las cuerdas al navarro camino de Oropa, la víspera de arribar a Milán. Pascal Richard (1994) y José Rujano (2005) también triunfaron en el coloso piamontés, donde Kiryienka contactó ayer con Tondo.