Donostia. Con una madre de Nápoles y un padre de Sicilia, territorios de camorra y mafia, la vena macarra tiene que aflorar algún día. Aunque sea instintiva, como ayer hizo Giovanni Visconti. Sin premeditación, pero con la alevosía con la que siempre actuó el crimen organizado. En un Giro que se desangraba con solo dos triunfos transalpinos -los de Petacchi y Gatto en la primera semana-, récord negativo en la historia de la corsa rosa, el siciliano salió mentalizado para reivindicar la cosa nostra. Por algo es el campeón de Italia. Iba armado, y con el dedo caliente: "Solo me quedan dos opciones para ganar una etapa: hoy o mañana", advirtió en la salida de ayer. La víctima parecía presa fácil: Diego Ulissi. Un bisoño toscano de solo 21 años: doble campeón mundial junior, pero aún sin escarmiento en la calle del ciclismo profesional. Y con él se ensañó Visconti en la recta final de Tirano, con Pablo Lastras y Jan Bakelandts como testigos.
Primero fue un sutil manotazo en la cadera de Ulissi, que iba por delante. Una advertencia a 50 metros de la meta, tras verse acorralado contra las vallas. Veinte metros después, al verse en un callejón sin salida en el que él solito se metió, el gánster tricolor agarró del culote al joven del Lampre y lo apartó a un lado al tiempo que se lanzaba hasta la raya para culminar su atentado. Pero cometió un error de bulto. Debió contar que su acción era seguida por el jurado técnico, los carabinieri del ciclismo, y el peso de la ley recayó sobre él, para alivio de un Ulissi desconcertado: "Yo iba por delante, mantuve la trayectoria y, de pronto, sentí una mano que me empujaba. Los jueces lo han visto claro", explicó Ulissi. "¿Qué iba a hacer, dejarle paso?"
Visconti lo apreció a su modo ante la cámara de la Rai: "Es increíble. A veces nos hacen poner en riesgo la vida. Yo iba más rápido que él y me cerró. Si no saco la mano, me habría caído; ¿cómo me van a descalificar?". ¿Y cómo no iban a hacerlo si su artimaña fue flagrante? José Luis Arrieta, director del Movistar, reclamó también contra Ulissi, que al salir impulsado por Visconti entorpeció a Pablo Lastras, pero el madrileño no tenía opción: "De cada diez sprints, me van a ganar nueve", reconoció.
Visconti tenía todas las de vencer, pero se equivocó al querer meterse donde no cabía y no jugó limpio al tratar de enmendar su error. Con permiso de Lastras, con buenas piernas en el Giro y una motivación enorme para brindar las flores a Xavi Tondo, el italiano era el gran favorito del grupo de 16 que se formó tras cubrir la primera hora, frenética, a 47,9 km/h. Ahí se fueron, entre otros, Frank, Vorganov, Losada, Le Mével, Kiserlovski, Dupont, Jesús Hernández y Sivstov, el más peligroso en la general. El bielorruso estaba a 12:05 de Alberto Contador, por lo que el Saxo Bank halló pronto la colaboración de Liquigas y Geox, para defender las plazas de Nibali y Menchov. Al final, Sivtsov se aupó a la quinta plaza, por lo que Mikel Nieve (7º) e Igor Antón (11º) cedían una posición en una jornada con el Tonale y Aprica en la que se volvieron a superar los 200 kilómetros y los 3.000 metros de desnivel. Y, pese a todo, la media se disparó a 41,585 km/h.
Los italianos eligieron Tirano para prolongar su tiranía en su carrera: siempre han logrado más de cinco victorias de etapa y, desde 1946, solo en trece ediciones no alcanzaron la decena. Ayer, Ulissi alcanzó la tercera en la misma localidad en la que Emanuele Sella deslumbró con su tercer triunfo en 2008..., dos meses antes de dar positivo con Epo Cera.
Si no podía vencer el campeón de Italia, Ulissi, que se inició en el ciclismo con seis años, era una gran alternativa. Es el futuro del ciclismo italiano, que ayer se hizo presente. "Y sin atajos", apostilló ayer su director Roberto Damiani. Visconti y Lastras le acusaron de no tirar en la fuga: "Tengo 21 años, y es mi primer Giro. Bastante tengo con alimentarme y saltar si puedo a los ataques, porque en la fuga había ciclistas más fuertes". Visconti lo era, pero jugó sucio.