Donostia. Con semblante serio y su segundo Giro en el bolsillo, Alberto Contador subió por segunda vez al podio como ganador de etapa. La primera fue tras su erupción en el Etna. La de ayer, después de su volcánica cronoescalada al Nevegal. En el cajón, ni una mueca de alegría en su rostro. El único gesto lo dibujó el índice de su mano derecha apuntando al cielo. Demasiados dedos se han izado ya a lo alto en esta edición. Casi todos, por Wouter Weylandt. Ayer, en la cima de la estación alpina, el líder de la corsa rosa rindió tributo a su malogrado amigo, mientras el speaker gritaba el nombre de "Xavier Tondo Volpini". Cruel destino el del catalán de Valls, que tan difícil lo tuvo siempre en el ciclismo. Justo lo contrario que el pinteño, que parece bendecido por los dioses, al menos mientras la decisión del TAS no le acabe birlando el Tour que ganó en 2010 y este Giro que domina a golpe de látigo.
Su última sacudida llegó a 26,351 km/h. Una media alta para una cronoescalada. Pero los primeros 5.400 metros eran planos, y en ellos reguló. En el punto intermedio (km. 5,3) solo era decimotercero, a trece segundos de Nibali, que establecía el mejor registro (7:44), y a cuatro de Scarponi. Pero el de Pinto solo necesitó cuatro kilómetros y medio, los más duros con una pendiente media del 10,3%, para distanciar ya en medio minuto al dúo italiano, que cada día está más condenado a pelear por la segunda plaza, "pero en su fuero interno piensan que aún tienen opciones, y eso es lo mismo que pensaría yo", opinó Contador. Salvo un desfallecimiento que no se espera del líder, no se vislumbran dónde pueden estar las opciones para despojarlo de su maglia rosa.
El de Messina acabó segundo a 34 segundos y el de Jesi, tercero a 38. Ahora están a 5:45 y a 4:58, respectivamente. Cada día, Contador les atiza un nuevo azote. Y eso que la ascensión del ángel rosado podía llevar a equívoco. En las primeras rampas, su grácil figura no desprendía su habitual soltura. Su cadencia seguía siendo alta, muy alta, pero parecía falta de soltura y eficacia. Una y otra vez, se sentaba y se levantaba del sillín. ¿Estaría sufriendo el síndrome del día después a la jornada de descanso? El cronómetro silenció las dudas. Pero el líder llegó a tenerlas: "Sabía que iba bien, pero como no me pasaban referencias empecé a dudar. En el primer kilómetro de la subida no iba fino, pero luego cogí ritmo hasta el final", y acabó logrando su octava victoria de 2011, y la sexta del ciclismo estatal en este Giro. Las mismas que el récord fijado en 1974, cuando triunfaron José Manuel Fuente -cinco etapas- y el llorado Shanti Lazkano.
El resto, en un pañuelo Salvo Contador, los demás pesos pesados estuvieron en apenas medio minuto: Nibali, Scarponi, el sorprendente Rujano, Garzelli -vencedor en 2010 de la crono de Plan de Corones-, Kreuziger, Menchov o Joaquim Rodríguez. Igor Antón acabó a 1:20 y regresó al top 10 a costa de David Arroyo, que se dejó 2:07. Algo más, 2:19, cedió Mikel Nieve, que es sexto. "Aún quedan cosas bonitas por hacer en este Giro", aunque "no se tiene la frescura del principio", indicó el vizcaino. El navarro acusó "la paliza del día de Gardeccia" y no cogió "ritmo".
Y es que el único que lleva ritmo es Contador, y el resto baila a su son. Aunque ayer, en Nevegal, era tiempo de luto por Tondo, por quien se guardó un minuto de silencio.