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"Mi victoria más grande"

Además de completar el círculo de Euskaltel-Euskadi en la tres grandes citas del ciclismo, Igor Antón iguala a Laiseka con cuatro victorias: Roberto tiene tres en la Vuelta y una en el Tour; Igor, otras tres en la ronda española y una, la de ayer, en el Giro de Italia

"Mi victoria más grande"Foto: efe

Monte Zoncolan. "Qué locura bajar el Zoncolan", dice Antón, que tarda una eternidad en deshacer el camino hasta el autobús. ¡Qué locura cómo subía! Piensan para sí mismos los que le miran admirados. Y qué agonía. Y qué sufrimiento. Y qué mal rato eterno cuando no abría hueco en su valiente empeño de fuga. Esos diez metros que no se abrían. Y Scarponi empecinado en no ceder. Y luego Nibali. Parecía que les unía una cuerda. Colgados. Y los kilómetros que no pasaban. Bueno, sí, pero muy lentos. Lentísimos. "Hasta a mí me parecía que no avanzaba", reconoce el de Galdakao. Hasta que llegaron los dos últimos y despegó. "Ahí di algo más". Y entró en el túnel. Y luego salió. Y fue algo fantástico. Un bautismo en el Giro.

Ha ganado en el Zoncolan, un escenario a su medida: mítico para un místico.

Ya lo conocía, de la televisión. He visto ganar a grandísimos corredores como Basso o Simoni. Ha sido increíble. El lugar, los tifosi… Y he arriesgado mucho atacando de lejos, pero la apuesta tenía que ser así. La lucha no era contra ningún rival. Ni contra Contador ni contra Rujano… El rival era yo. Eso me ha exigido mucha concentración. Y aún así se me ha hecho eterno. Es lo más duro que he subido. Pero no podía fallar. Se lo debía al equipo. Y a Idoia, mi novia.

¿El objetivo está cumplido?

Pienso que esta es la victoria más importante de las que llevo. El Giro es mítico. Pantani, por ejemplo, siempre ha estado en la mente de todos y lo sigue estando. En la mía también. Siempre ha sido mi ídolo. Y ahora yo estoy aquí, donde él ha estado tantas veces. Tengo una ilusión enorme, pero lo veía difícil, ciertamente complicado. Es que aquí hay escaladores muy buenos. Me ha ayudado el misticismo de este lugar. Y los tifosi, que no paraban de animarme. Es una victoria muy bonita.

Le ha ganado a Contador.

Tener a Contador detrás de mí... Pero él es muy inteligente. Ya ha ganado su etapa y ahora está pendiente de la clasificación general. Ha subido fuerte, claro, pero… Haberle superado, a él y a gente como Scarponi, Nibali o Menchov, me hace valorar más aún la victoria.

¿Qué tal se lleva con Alberto?

Bien, pero en la carretera nadie regala nada. Contador es inteligente. Ha jugado a que el Giro acaba en Milán. No hoy. Yo corro para Euskaltel-Euskadi y Contador para el Saxo Bank. Cada uno sabe lo que tiene que hacer.

¿Qué se siente cuando se va en cabeza por ese pasillo humano?

Ya lo he vivido en el Tour, pero bastante más atrás. Hoy era el primero del grupo. La gente lo vive mucho. Es genial. Hay quien me pregunta si no tengo miedo a que me tiren. Y les respondo que no, que el ciclista va ahí a lo suyo. Concentrado. La sensación es muy bonita. No oyes nada. Hoy -por ayer- quería saber cuánto tiempo sacaba. Y nada. No escuchaba nada. Y es una incertidumbre enorme. Ves que no pasan los metros. Se te hace eterno. Es un calvario bonito porque piensas: "Estoy aquí en el Giro, una carrera mítica, y estoy siendo protagonista".

Cumplido el objetivo, como usted dice, ¿en qué piensa ahora?

Estoy en una buena situación en la clasificación general -tercero a 3:21 de Contador y a solamente a un segundo de Nibali, que es segundo- y tengo que intentar mantenerla. Mejorarla e intentar ganar el Giro es muy jodido. Hay que ser realistas.

Pero tiene ante sí una oportunidad única de subir al podio.

Está al alcance, por qué no. No es algo que buscaba. La victoria era lo importante, lo he conseguido y a partir de ahora ya veremos lo que sucede.

Hace tres años, en 2008, se cayó en la Vuelta a España antes de comenzar un prometedor duelo con Contador. Le ha costado mucho llegar hasta aquí. ¿Ha dudado alguna vez de si podría volver a recuperar el nivel de entonces?

Sí que dudé, porque 2009 no fue un buen año para mí. Pero en 2010 me recuperé. Y este Zoncolan se puede parecer un poco a aquel Anglirú, lo que igual quiere decir que me ha dado un poco la razón en cuanto a que aquel día podía haber hecho algo grande.

¿Y la Vuelta del año pasado? ¿Sigue dándole vueltas a que sin la caída la hubiese ganado?

Pienso que tenía mucho ganado, pero en el ciclismo cualquier contratiempo te aparta del camino. Puede ser un pinchazo, una avería o, como sucedió en mi caso, una caída. Pienso que con la montaña que quedaba podía haber ganado la Vuelta, pero como es algo que no ha sucedido es mejor no hablar de eso.

Y por todo eso, la caída del Cordal en 2008, la de la Vuelta del año pasado, ¿sabe mejor este momento?

Sin duda. A veces cuando das dos pasos para atrás y luego los remontas, ese momento es mágico, te sabe a gloria. Cuando te va todo sobre ruedas, a veces puedes llegar a perder la conciencia de lo que cuesta conseguir las cosas. Todo pierde su valor. Olvidas lo que tienes que sacrificarte para llegar tan alto. Y cuando te viene un regalo como el de hoy en Zoncolan es algo increíble, más quizás porque recuerdas los momentos duros que has atravesado.

Las horas de quirófano, de hospital, de lenta recuperación…

Tengo más de un metal en el cuerpo. En la clavícula, en el fémur. Pero siempre he estado en buenas manos.