Ya estamos de fiesta. Son las vacaciones de primavera o como se las quiera llamar. El cambio de hora y la nueva estación nos indican que el día solar tiene más luz y más horas sin penumbra. La luz se ha apagado muchas veces en grupos que habían tenido gran vitalidad. Pero el cansancio y la monotonía los llevó al desánimo. Todo el mundo recuerda momentos de gran vitalidad en su vida o en la vida del barrio o del grupo. Pero cuando llega el cansancio siempre hay quien tira la toalla. Es necesario, por nuestra condición humana, recibir de vez en cuando un impulso.
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Los artistas necesitan el aplauso y muchas veces lo solicitan descaradamente. Y todos, en cualquier trabajo, necesitamos el reconocimiento en forma de felicitación y de aliento. Muchas luces ahora apagadas estarían aún encendidas si hubiesen encontrado un poco más de calor y de interés en su entorno. Seguramente muchas personas no llegarían a la crisis depresiva que atraviesan si hubiesen encontrado un poco más de calor en su entorno. Aquel literato y filósofo danés Kierkegaard (1813-1855) escribe: “La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”. El presente es un punto decisivo para contemplar el pasado con serenidad y profundidad, y para otear el futuro con decisión y fuerza. Ni nostalgia, ni falta de memoria, sino, recordando y estudiando el pasado, proyectamos hacia adelante con mirada penetrante y esperanza afianzada. Necesitamos un sano equilibrio entre pasado, presente y futuro para orientarnos debidamente. Ninguno de los tres tiempos puede independizarse de los otros dos. ¡Felices Pascuas!