Ahora que se habla de la física cuántica, de los grandes avances tecnológicos y científicos, que me parecen loables y que hay que ir por todo lo que sea progreso, de la misma manera que la medicina nos va prolongando la vida, entiendo que necesitamos razones para seguir viviendo. Cuando se termina la esperanza faltan razones para vivir. La vida sin fe ni esperanza desemboca a veces en el absurdo, en un camino sin salida, en una oscuridad densa, en una tristeza profunda.
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Me preocupa la superficialidad y la indumentaria convencional del uso según la conveniencia. No hay principios firmes, sino principios de “quita y pon”, según las circunstancias requieran. Querer, desear metas nobles es importante, pero sobre todo trabajar para alcanzarlas es fundamental. Los deseos sin obras nos conducen a la frustración. Serían como un bello árbol sin frutos. Necesitamos más serenidad y más sensatez. La verdad se abre paso con elegancia, con democracia y no a gritos.
