Acabamos de celebrar y de terminar los días carnavaleros. Me gusta la alegría que llena nuestras calles, pasacalles, charangas, verbenas, el entierro de la sardina y todo el colorido que nos recuerda que hay que ser felices y llevar felicidad a los demás. Y me gusta el trabajo de grupo preparando disfraces, componiendo letras para cantar o para hacer discursos y proclamas, haciendo carrozas, etc. La fantasía, la ilusión y el trabajo en equipo, como las comidas y cenas de las sociedades, se aúnan en los días de carnaval. Y me gusta que haya tiempo para las bromas, para la crítica constructiva y hasta para el chiste verde. Que viva el humor; sí y la fina ironía también y hasta la crítica que ayuda y anima. Pero siempre dentro del respeto a la persona, a cada persona, que esa sí que es sagrada. Un no rotundo a romper escaparates o hacer pintadas de mal gusto. Y que si bueno es bailar, saltar, cantar y reírse, tampoco es malo pensar y reflexionar. Puede que ahora ya empezada la cuaresma, sea tiempo de esto último. ¡Feliz Cuaresma!