Entusiasmo

El entusiasmo es algo esencial en la vida. Sentirlo es importante. En lo que sea, en el deporte, en el estudio de algo, en la mujer, en el hombre, en la novia, en la música, poesía, comida, bebida, baile, pasear en los cementerios, las flores, dormir o estar triste, viajar, nadar, patinar o surfear. El entusiasmo es el camino hacia lo bello. Exaltación, pasión por algo, por la vida, a pesar de los pesares. La pitonisa de cada día. Lo contrario a la guerra, el hambre, la desolación y el aburrimiento. El entusiasmo necesita de riego diario, de tierra tierna y semillas. La inspiración vive en cada momento, enterrada, oculta en cada uno de nosotros. Solo hay que dejarla surgir, en la salud y en la enfermedad, en el aíre y en el viento que respiramos. No nos la pueden robar, no tiene precio, no se cotiza en bolsa ni es propiedad de enemigos, banqueros ni políticos. Es nuestra, personal e intransferible, como el carné de identidad. Una palabra griega compuesta y como griega eterna, como los capiteles y frisos del Partenón en Atenas o las campanas del monte Athos, su luz y su historia, su mar y el olivo, el tomillo, la miel y el membrillo.