Hoy celebramos el Día Mundial de los Cuidados Paliativos. Antes que nada, un reconocimiento a todo el mundo socio-sanitario y, de manera particular, a los que trabajan en situaciones de atención terminal. Es importante que la medicina siga prolongando nuestra vida, pero también es clave facilitar una buena razón para seguir viviendo. Y hoy lo que fallan son las razones para vivir. Es fundamental sentir que la vida no desemboca en el absurdo, que no es un camino sin salida. Me parece clave, sobre todo en situaciones límite, la propuesta de la necesidad de ayuda socio-sanitaria para el bien morir. Creo que la pérdida de la calidad de vida en situaciones de ultimidad es justificada para una petición de una eutanasia justa. La vida es un camino en el cual no podemos retroceder. No podemos volver al pasado, solo orientarnos hacia el futuro. La vez pasada en el tanatorio uno me dijo: “No somos nada –son expresiones que decimos en situaciones últimas– y somos muchísimo a la vez”. El ser humano es radicalmente finitud. Nuestro cuerpo, después de la muerte, se convertirá en polvo, en un puñado de ceniza insignificante. Pero un día nuestra persona alcanzará la eternidad. Eso espero y eso creo. Es importante que en estas situaciones finales la persona se sienta acogida, querida y que no sufra en la etapa última de la enfermedad.
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