Acaba de quedarse viuda con dos hijos tardíos y con la media pensión de su recién fallecido marido. Ella tuvo que dejar su trabajo, después de tan solo unos pocos años de cotización que no fueron computables, al nacer su primer hijo. Ahora, vive de esa media pensión que no es precisamente extraordinaria.
No he oído a ninguno de nuestros políticos, ni de izquierdas ni mucho menos de derechas, reivindicar el derecho a que las viudas, que por circunstancias de la vida tuvieron que cuidar de su familia y no pudieron acceder o tuvieron que renunciar a un trabajo remunerado –trabajar en casa sí que lo hicieron– puedan seguir percibiendo la totalidad de la pensión de su marido hasta el final.
¿No es lógico que se considere a la unidad familiar beneficiaria del disfrute de la pensión que cotizó su marido?
Y los políticos disfrutan de pensión máxima con tan solo aguantar una legislatura. Hay cosas que claman al cielo.
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