El otro día, en una tertulia radiofónica oí esta original y certera definición de gobierno: “Gobernar –dijo un tertuliano con naturalidad y gracejo– es hacer que le vaya bien a la gente”. ¡Qué sencilla y profunda a la vez esta expresión! Un buen gobernante es aquel que procura el bien de su pueblo. Los buenos políticos se interesan por la gente y trabajan a favor de ella. Y los malos hacen lo contrario: se buscan a sí mismos y miran solamente por su bien particular. En los momentos económicos difíciles, el buen gobernante sabe hacer un diagnóstico realista y preciso de la situación, buscar los medios más eficaces para resolver los problemas de la gente y encontrar las soluciones adecuadas, capaces de crear puestos de trabajo dignos y bien remunerados para que a la gente le vaya bien y pueda autorrealizarse plenamente. Mi impresión es que el nuevo lehendakari Imanol Pradales, es un hombre centrado, una persona de centro radical, oyente de la realidad vasca con un buen ojo político e insobornabilidad personal; capaz y con una sensibilidad social; que quiere promocionar las estrategias económicas y laborales con juicio ético; promocionando los derechos humanos y obligaciones humanas; y sobre todo, hombre de equipo. Pienso que estas seis cualidades son claves en un gran político y en un buen estratega. De todo esto se deriva una ética que salvaguarda la dignidad de la persona al afirmar que el ser humano debe ser inicio, el centro y el fin de toda actividad política y socioeconómica. Buen comienzo para ir respondiendo a los retos de la sociedad vasca. Gobernar es saber elegir y escoger. Y para esto uno debe ser realista y ecuánime. Y lo mejor: despertar la esperanza entre las vascas y vascos.
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