Sabor agridulce

Cuando se organizan unas fiestas te gusta que todo salga bien, que la gente disfrute y no haya problemas. Pero la desgracia siempre aparece: pueden ser los abusos y agresiones sexuales o también peleas entre pandillas, o algún abuso de autoridad. Personalmente no me gusta el sabor agridulce. Pero en la vida alguna vez nos pasamos. Y esto nos tiene que replantear muchas cosas: abusos, inseguridad, desequilibrios. Me parece fundamental tomar conciencia de dónde somos, qué hacemos y qué sentido tiene nuestra vida. No podemos andar a lo loco. Necesita uno pensar, necesita uno poner en orden su vida serenamente. Ha pasado el carnaval. Entramos en otra fase, que muchos no tienen ni idea de qué es eso de la cuaresma. Acabamos de finalizar los carnavales. Necesitamos de la fiesta pero en armonía y en responsabilidad. En estas fiestas como en otras hay mucho trabajo de equipo y mucho de compromiso social sea con el tiempo libre, con el deporte o la misma promoción del pueblo. Igual será predicar en el desierto, pero necesitamos, junto a la fiesta y la diversión, pensar, poner en orden la vida serenamente. Es importante saber que hay un tiempo para estudiar o para trabajar. Y un tiempo para descansar. Y un tiempo para la familia y para los amigos. Y si andamos un poco desquiciados porque el tiempo no da para más, hay que pararse un poquito. Y cuando la vida de uno anda sin pies ni cabeza, sin horizontes, sin objetivos, es que necesita frenar y mirar el mapa de la vida para descubrir hacia dónde va.