Es tan cómodo dejarse llevar por las voces de sirena de Ayuso y Abascal... No hay que leer, no hay que estudiar. Sólo dejarte llevar por la melodía de Verano azul que, a modo de flauta de Hamelín, lleva a los jóvenes a la juerga infinita por las calles de Madrid.
Qué a gusto no tener que pensar. Ya me dan resumido lo que tengo que decir, lo que tengo que opinar cuando un simpático reportero me pregunte al caminar. Sólo repetir un par de frases cortas ya me da para vivir la libertad de tomar unas cañitas con los coleguitas.
No importa que salga de la obra cubierto de polvo y sudor. Yo me pongo la pulserita y me siento como el de la gomina y los mocasines. Ojo, pero sólo en elecciones, luego tú a tu empleo de miseria y yo a mi chalé. Tampoco te hagas ilusiones. Vótame y después ya veremos. Bueno, sí, ya nos veremos en mi piscina. Yo tomando el sol y tú fregando mi suelo.
Ay, qué monas las jóvenes de derechas con el ombligo al aire y el mínimo de tela, que se vea bien su tipazo. Vota, vota, Verano azulverdado, pero no te sorprendas cuando te cuelguen la mantilla y la falda negra hasta los tobillos. Manga larga, con encajes al final, que no se vean ni las manos, no vayas a provocar un escándalo.
Qué alegres y desenfadados los jóvenes de derechas que van a dormir al barrio. No saben que el facha bueno, el de verdad, tiene mucho que defender. Privilegios que muchos siglos ha sabido mantener. Y tú, pequeño aspirante, ponte gomina, ponte pulsera, vota un viaje al pasado casposo del que tus padres trataron de huir, nunca serás de los nuestros, ni conducirás nuestros coches, ni volarás en business class. Te necesitamos para gobernar y para que limpies nuestro hogar. ¡Coño! Que ya estás tardando, ¿no ves que la fiesta va a empezar?