No me queda por menos que condenar, por despreciable, la canallada perpetrada a modo de paliza por un grupo de jóvenes en un municipio guipuzcoano contra una pareja de inmigrantes homosexuales y la tía de uno de ellos, que pudo haber desembocado en una auténtica tragedia. Dos delitos en un solo acto, homofobia y xenofobia, con los agravantes de alevosía y superioridad numérica. O interiorizamos la hoja de ruta para aminorar esta auténtica plaga, educación familiar, completada por la colegial, para concluir en la amistad grupal, o los negros nubarrones que se ciernen sobre nuestra sociedad, refrendados por los datos aportados, tanto por la Ertzaintza como por otras instituciones públicas, serán la constatación de lo que nos espera a futuro.
