La Ertzaintza investiga una denuncia por un delito de lesiones por unos hechos sucedidos en la madrugada del sábado en Villabona en el que un matrimonio gay resultó herido en el contexto de una posible agresión homófoba y racista. El Departamento de Seguridad ha informado este martes de que ha abierto diligencias por los hechos sucedidos en la madrugada del sábado al domingo.

En declaraciones a Radio Euskadi, Carla, la tía de uno de los agredidos, ha explicado que a su sobrino "le dieron patadas y puñetazos hasta que le dejaron inconsciente y no pararon hasta que llegó la Policía". Este joven y su pareja habían llegado a Villabona, donde reside Carla desde hace un año y medio, hace aproximadamente un mes. "Se vinieron de Colombia por lo mismo, porque allí ser gay no está bien visto y pensaban que aquí iba a ser mejor...", lamentaba.

Sin embargo, no fue así. Desgraciadamente, lo que empezó como una noche de fiesta con la familia terminó en el hospital con heridas graves. "Mi sobrino tiene una fractura en la muñeca, la nariz rota, 15 puntos en el labio y una herida en la cabeza (probablemente hecha con una botella). Está grave e igual necesita cirugía", afirma Carla, quien señala que los agresores solo se cebaron con su sobrino y su pareja. En cambio, al marido y al hermano de Carla, que acudieron en defensa de los jóvenes, no les hicieron nada, por lo que para Carla no hay duda de que es una "agresión homófoba".

Todo comenzó a las cuatro de la madrugada del domingo, cuando Carla, su marido, su hermano, su sobrino y la pareja de este último se iban a ir a casa porque el bar estaba lleno de gente. "Comenzaron a empujones y luego a pegarles diciéndoles: No queremos maricones de mierda aquí...". "Yo les dije que les dejaran, que no queríamos problemas...". Pero no lo hicieron.

El grupo de agresores, una quincena de jóvenes "del pueblo", según Carla, siguieron golpeándolos. "Yo a un chico lo conozco. Lo identificamos y ahora la Ertzaintza hará su trabajo", sostiene Carla, quien, no obstante, admite que "tiene miedo" por sus dos hijos y su familia tras haber realizado la denuncia. "Pero es que esto no puede volver a pasar", asegura.

Durante la pelea dos de los jóvenes se quitaron la camiseta y la tiraron antes de huir. Carla las recogió y las tiene en casa, con la esperanza de que sirvan de pruebas para identificar a los agresores. "Mucha gente del pueblo vio cómo se ensañaron con ellos".