El valor de la sencillez
Parece que vamos saliendo de la pandemia. Estamos casi ya en carnavales, va yendo el invierno y estamos en la antesala de la primavera: queremos llegar a la normalidad, vivir el día a día con futuro. He aquí la clave de nuestra felicidad: saber apreciar las pequeñas cosas de la vida. No es ninguna tontería despertar por la mañana y poder contemplar la naturaleza. No es vulgar poder desayunar degustando un buen café con leche y ojear el periódico. No es inmiscuirse el planificar el día con quien tenemos al lado. No es rebajarse ante el poder hacer algo diariamente a favor de los demás. No es vulgar tener trabajo y salud y poderlo iniciar con renovadas fuerzas. No es perder el tiempo cuando se tiene algún que otro hobby y poderlo cultivar. Son breves pastillas que las tenemos a mano y hacen que la vida sea más llevadera y más feliz. Es bueno encontrarnos con los amigos y dialogar con ellos. Merece la pena poder mejorar en algo la sociedad en la que vivimos y poder ayudar a quien nos necesita. No es ningún recetario ni existen formulas para ello. La clave es vivir lo de todos los días con ilusión y vida. A veces buscamos la belleza en las cosas extraordinarias porque no lo sabemos descubrir en los pequeños detalles de cada día. En los insignificantes detalles del vivir diario hay belleza, aunque haya muchos problemas. Se trata de saber encontrar la belleza de la vida cotidiana. No hay cosa mejor que la normalidad positiva.