Querida madre, acabo de leer que el Papa quiere hacerte beata y más tarde santa; ¿qué te parece? Supongo que mal. Bueno, para quitarle hierro al asunto, vamos a decir que te van a dar el toisón de oro con brillantes (la piel de cordero de oro y diamantes) que dan en la santa madre Iglesia a las personas relevantes en ayudar a los desesperados de la vida (me acabo de inventar un premio) como en Hollywood dan los Óscar a los buenos artistas. Santa, porque dicen que has hecho un milagro. Supongo que para ti como para mí es un insulto a la inteligencia. ¿Por qué la Iglesia católica se empeña en sacar de quicio las cosas normales con los milagros? No es suficiente con reconocer, si quieren hasta como acto heroico, que la pequeña y corta vida que una tiene la dedique a los necesitados, para que los que viven como Dios le reconozcan a una la vocación de ayuda a los que ellos debían ayudar por ley, en las cartas magnas o constituciones con las que tanto se llenan las grandes bocazas, y que nosotras sustituimos por vergüenza ajena, porque se nos cae el alma al suelo cuando andamos por las calles y vemos y sentimos lo que hay. No insulten la inteligencia de la gente. Yo he hecho lo que creía que debía hacer tanto cuando creía en Dios como cuando dudaba y hasta cuando no creía. Ya basta de propaganda y tan malas artes. Conmigo no cuenten. No quiero que me pongan en el mismo pedestal que el fundador del Opus Dei, santo exprés, por intereses turbios. Me borro de santa y de lo que haga falta, porque he sido simplemente una mujer pobre que entiende y ayuda a los pobres.

Por favor, papa Francisco, déjame descansar en paz, que bastante hipocresía he tenido que soportar en vida. Por favor.