Mal empezamos la nueva legislatura cuando los representantes del pueblo en el Congreso y Senado discuten, como si de un juego de niños se tratase, sobre cómo acatar la Constitución, entre jurar, prometer, o jurar por imperativo legal; este último término avalado por el Constitucional, además de recordarnos que Amaiur no obtuvo el porcentaje legal requerido, hipocresía total cuando algunos de sus señorías delinquen olvidando el juramento hecho en su momento, y que al margen del delito cometido no se les juzga por incumplir dicho compromiso. Me parece antidemocrático que algunos partidos marginen al grupo Amaiur amparándose en esos conceptos y no se le deje formar grupo propio. Pero mi pregunta es: ¿Cómo nos trata la Constitución a los ciudadanos? Si nuestros representantes le juran fidelidad, ¿ella nos corresponde? Respecto al porcentaje requerido, en una democracia debe existir un margen de tolerancia. En el año 1986 el PSOE, con mayoría absoluta, se calculó la media para ayudar al PNV. Con Amaiur, acusado por algunos de ser el brazo político de ETA y queriendo entrar en el juego democrático, no se les da esa opción; es como pagar la entrada para ver el cine y que no te dejen pasar por llegar tarde unas décimas de segundo.