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Juanjo Olaizola, o la vergüenza de un despido

Despedir definitivamente, después de una elaborada persecución y hostigamiento, a Juanjo Olaizola como director del Museo del Ferrocarril, independientemente de expertos en expedientes disciplinarios y de cualquier otra consideración en la que me niego a entrar, es un auténtico dislate, un despropósito de imposible explicación racional, un profundo error y una muestra de una muy rancia chulería del actual Departamento de Transportes del Gobierno de Patxi López y que tiene en el consejero Iñaki Arriola y el viceconsejero Ernesto Gasco los máximos exponentes de tal desaguisado. Y ello independientemente de la ingeniería jurídica y las sonrojantes y sectarias necesarias triquiñuelas para justificar lo injustificable, léase, el despido de un "incómodo". Una vergüenza, máxime cuando viene de quienes se arrogan del discurso de la ética, la justicia, la equidad y la igualdad. En fin, la vida da muchas vueltas. Eskerrik asko Juanjo, ez etsi, beti aurrera!!