Imaginaros un laboratorio de Análisis Químico de Polímeros, una sala de Robótica, un centro de Investigación Neurológica, un departamento de prácticas de Geobiología de las Montañas y Selvicultura. Imaginaros una ingeniería aplicada de Sistemas Energéticos, un taller de Cerámicas para la Electrónica y de Fotopilas Solares. Una ampliación de la nave de Dislocación y Plasticidad de Cristales? ¡Qué cantidad de experiencias transformadas en patentes! ¡Qué suma de teorías que esperan su desarrollo en forma de prácticas!

En fin, qué esforzada tarea la de quienes del crudo conocimiento de las leyes físicas y químicas del mundo que nos rodea elaboran los aceites que engrasan los engranajes de nuestro progreso técnico.

Junto a esta aceleración técnica, que a veces se nos presenta tan retadora e imparable como un caballo desbocado, necesitamos el esfuerzo de todos cuantos mueven las ruedas de los molinos del saber humanista, psicológico, económico y sociopolítico, moliendo el grano y elaborando la harina que será pan y alimento para el cambio de nuestras relaciones sociales y laborales degradadas, de nuestra convivencia llena de incertidumbre.

Javier Quintano Ibarrondo