En el NOTICIAS DE GIPUZKOA del día 31 de julio, he leído su escrito titulado: La última politización del deporte.

Es correcto y hasta necesario manifestar nuestras opiniones con el riesgo de que sean alabadas o censurados. En este caso, quiero recordarle un hecho protagonizado por usted, que contradice el contenido de su artículo.

Para evitar suspicacias, debo dejar claro que, por lo que a mí respecta, me la trae floja el éxito o fracaso de cualquier selección nacional de fútbol. Sólo sufro o gozo con lo que hace la Real Sociedad y lo manifiesto en la intimidad.

Hace unos treinta años, había en Gipuzkoa un grupo de niños y niñas que tras clasificarse en duras pruebas, fueron seleccionados para seguir su trayectoria deportiva contando con una subvención importante de la Federación Española de Atletismo. Cuando usted se hizo cargo de la Dirección de Deportes del Gobierno Vasco, lo primero que hizo fue disolver este colectivo.

¿La excusa? ¡Restos del pasado! Si lo desea puedo enseñarle los recortes del periódico donde mantuvimos la polémica.

Hace unos treinta años, había en Gipuzkoa un grupo de niños y niñas que tras clasificarse en duras pruebas, fueron seleccionados para seguir su trayectoria deportiva contando con una subvención importante de la Federación Española de Atletismo. Cuando usted se hizo cargo de la Dirección de Deportes del Gobierno Vasco, lo primero que hizo fue disolver este colectivo.

Desde luego no siguió los consejos que, según dice, le dieron sus superiores de no politizar el deporte y encima ahora vienen a dar lecciones de ética.

Los seguidores siempre han tenido escaso porvenir.