Y entre tanto, el gobierno transige ya con la objeción de conciencia del Gobierno de Navarra con respecto a una Ley del Aborto que jamás se aplicará en Navarra, diga el gobierno de Zapatero lo que diga, se encampane o llame a capítulo al jotero corellano que ya le ha dicho que aplicara la ley como a él le parezca. Y lo ha dicho porque puede decirlo. Tiene fuerza social sobrada para ello y representa para Zapatero y su partido un aliado de primera en otras cuestiones. Ya sabían Zapatero y su Pepiño Blanco con quiénes pactaron y quiénes son sus aliados.

Zapatero tranquiliza a NaBai -aquella coalición que pudo haber gobernado, no sé si recuerdan- y mientras Sanz dice que hará lo que mejor le convenga, el PSN se rasga las vestiduras y dice que estudiará "todas las posibilidades jurídicas y políticas" y actuará "con firmeza y contundencia". Con respecto a las primeras, pueden estudiar todo lo que quieran, pero como no tienen autonomía alguna, concluirán que no hay posibilidades. El pacto político es demasiado fuerte, de cara a las próximas elecciones sobre todo, y no se pueden permitir un abreboca de enfrentamiento sobre un asunto que dura ya 25 años, que fue cuando los católicos sembraron las calles de Pamplona con octavillas llamando asesina a una doctora.

Navarra ni aplicó la anterior ley ni va a acatar siquiera la actual, de hacerlo lo hará con subterfugios. Hecha la ley, hecha la trampa. Lo más probable es que haga de la objeción por motivos religiosos una cuestión política, la cuestión política. Y lo que pueden hacer los socialistas es muy limitado, aparte de rasgarse las vestiduras y descubrir, qué horror, con quién viene jugándose los cuartos y sobre todo a quién debe el estar en situación de gobierno y no en la oposición progresista y de izquierda, so pretexto de que esta da cobertura al abertzalismo.

El Gobierno de Zapatero dice que no va a transigir con el plante foral de los regionalistas, pero lo hará, mareando la perdiz, no sabiendo cómo actuar, acudiendo a los tribunales. El pulso al que le somete el corellano es fuerte, sabe de la tremenda impopularidad de un asunto que, con ley o sin ella, tiene más opositores que ciudadanos clara y decididamente a favor, como sucede con todos los derechos extremos, en sociedades de fuerte raigambre religiosa. No van a poder hacer nada. Trampear. Entre tahúres anda el juego.