Mi querida consejera, sirvan estas letras para agradecerle su inestimable aportación al desarrollo de la creación en el ámbito audiovisual. Para ponerle "en canción" he de decirle que soy guionista, y que tras leer las bases de este año para acceder a las ayudas al desarrollo del guión, me he sorprendido al darme cuenta de que se me ha excluido (a mí y a otros muchos).

Una queja extendida entre las mujeres dice que a partir de los 40 las mujeres se hacen invisibles. Por lo que veo, los/as guionistas de más de 30 años que no hayamos firmado un largometraje, no somos invisibles, somos inexistentes para usted. Hasta el año pasado, al menos podíamos presentar nuestros proyectos. Pero éste, y puede que sea una apuesta a futuro de esta Administración, se nos equipara a defraudadores y maltratadores.

Muchas gracias por pensar por nosotros y decidir que no merece la pena gastar nuestro tiempo en rellenar páginas haciendo memorias, sinopsis, tratamientos y objetivos. Al fin y al cabo, el tiempo, la experiencia y la imaginación son tres de nuestras principales materias primas, y no están los tiempos para derroches.

No puedo hablar más que por mí, pero si hubiese un premio al mejor guión, yo propondría dárselo a esta Administración, que con palabras de cinco duros y una farragosa redacción conducen el argumento hacia un final previsible. Todos sabemos cómo acaba la película, y casi hasta los nombres que superarán este falso casting.

Mi más sincero agradecimiento.